Pasaje destacado
"Has estado insoportable todas las vacaciones
—le dice Ellen antes de que mamá acierte a responder.
Así que dinos qué está pasando y déjate de indirectas.
Hemos decidido separarnos —dice papá.
Mamá da un respingo, como si él hubiera tirado de ella. Es evidente que no era eso lo que pensaba que diría.
Es una decisión muy meditada. Ambos sentimos que la relación se ha quedado vacía, que ya hemos sacado todo lo que podíamos de nosotros mismos y de nuestro matrimonio —prosigue papá. Ya no vemos un futuro juntos.
Hemos hablado del tema largo y tendido, hemos intentado resolverlo de otra manera, pero el caso es que hemos crecido en direcciones distintas —dice. Hace muchos años que la cosa no funciona. Nos quedamos en silencio. Papá y mamá parecen dos niños avergonzados.
¿Que habéis tomado caminos distintos? ¿El futuro? ¡Por favor! ¡Que tenéis setenta años!"
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"Me miró a los ojos con sincera preocupación y trató de convencerme de lo beneficioso que sería para mi futuro sacarme esa oposición, tener un puesto fijo y no depender de vaivenes ni de renovaciones. Hablaba en los mismos términos en los que hablaba mi madre, pensando en mi bien, es decir, en mi estabilidad laboral. Se apresuró a aclarar que, por supuesto, entendía que aquel, el de las oposiciones, no era el plan más apasionante del mundo, que a lo mejor a mí, una chica en la flor de la vida, me tentaban más otros caminos, pero que lo que había ahí fuera era muy hostil, muy inestable, mientras que allí dentro, al menos, tenía una tranquilidad, eso era innegable.
Alisó los papeles que había traído, los dejó encima de la mesa y dijo, tratando de sonar optimista, que el opositor que gana su plaza es quien está verdaderamente convencido de su lucha y que esa elección no es un reto para pusilánimes. ¿Y era yo, Sada, acaso pusilánime? ¡Bien sabía ella que no!"
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"Cuando era niña me basaba en la fecha de mi cumpleaños para entender la dimensión del tiempo. El antes y el después. El 11 de marzo de 1994, el día que mi mamá se fue, se convirtió en mi nuevo parteaguas para todo. Me preguntaba si mi mamá ya se había ido o no como referencia. Ahora creo que, sin duda, mi nuevo punto de partida será el 6 de noviembre de 1996: el día que maté a un hombre.
Creo que debería nombrar este día con un pseudónimo. El día de la pala, no. El día del ataque. No. El día del asesinato. No hay otra manera de nombrarlo, por mucho que me duela decirlo. Soy una asesina, a las cosas hay que decirles por su nombre, es lo que dice mi papá. Siento la saliva como nata en la garganta. Sé que después de esto nada podrá causar un mayor impacto en mi vida."
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"Acá estoy, mamá, revuelvo bolsas de datos, naufrago en el infinito de la incertidumbre. Desesperada te busco, Nadiya, necesito algo más que las letras de tu nombre, para saber cómo estás y dónde, para que me cuentes quién soy, qué hacíamos cuando éramos una sola. ¿Me buscás vos también? Estoy como esas personas que dan vuelta toda la casa tratando de encontrar el par de anteojos que en realidad llevan colgado al cuello. Así, mamá, estoy, te llevo en el cuerpo. Acá estoy, soy esto, una hija de la técnica, una vida tarifada, un bicho del creacionismo.
Me hice cautiva de mi propia y única obsesión, quedé atrapada en un pantano gigante y espeso desde donde pretendía rastrear a la mujer que me había traído al mundo. La sola idea de comenzar a hacerlo, de pensar en formas posibles de hacerlo, constituía mucho más que un propósito: era el impulso que me mantenía con vida en esa gestación urbana que era el encierro."