“Según subía la ladera, veía aparecer el color pizarra de los tejados y el olor a leña quemada se esfumaba del mismo modo que su intento por evadirse de la realidad y acometer los propósitos que la habían llevado hasta Bresñeda.
¿Cómo era posible que sus padres jamás le hubieran hablado de la familia ni de aquel lugar? Pero incluso le parecía más increíble aún que ella no hubiera tenido jamás la curiosidad de conocer sus raíces y las historias que las habían alimentado.
Ahora le tocaría averiguarlo por sí misma. Desconocía su pasado, y lo que era más terrible, su presente había quedado fulminado. Se encontraba en una situación de absoluto desamparo.”
¿Cómo era posible que sus padres jamás le hubieran hablado de la familia ni de aquel lugar? Pero incluso le parecía más increíble aún que ella no hubiera tenido jamás la curiosidad de conocer sus raíces y las historias que las habían alimentado.
Ahora le tocaría averiguarlo por sí misma. Desconocía su pasado, y lo que era más terrible, su presente había quedado fulminado. Se encontraba en una situación de absoluto desamparo.”
Bresñeda, un pequeño pueblo casi deshabitado de Los Ancares de León. Allí Helena ha heredado unas propiedades. ¿Cómo es posible que sus padres jamás le hubieran hablado de ellas? La necesidad de Helena por evadirse de sus propios problemas la llevará a relacionarse con los lugareños, que la irán introduciendo en la historia del pueblo y la enigmática historia de «Tierras de sangre».
Tras el hallazgo de unos documentos escritos por su tía, indagará sobre aquel llamado «accidente», pero todos sus intentos chocan con el silencio de los vecinos y la opinión general de que a nadie le interesa remover aquella vieja historia. En su lucha por conocer la verdad y hacer justicia, los lazos se irán estrechando y Helena llegará a una encrucijada en la que tendrá que tomar una difícil decisión.
