
"Pedimos vodkas con limón y nos los bebemos como si fuera zumo de frutas. Glup, glup, con qué alegría se precipita el líquido por nuestras jóvenes gargantas. Bebemos sin mesura, despreciamos la previsión como la peor de las enfermedades degenerativas y nos complace hacerlo. Ya encontraremos a quien nos invite a más, y si no, siempre queda la opción de rebañar los restos de cubatas que alguien descartó sobre la barra.
El aburrimiento es sin duda el peor de nuestros males; la fantasía, la droga más poderosa. El resto de sustancias, meros sucedáneos que se exacerban al contacto con nuestra imaginación. Nos drogamos, todo lo que podemos: ese es el límite. Mientras, el destino nos extiende sus brazos elásticos como telarañas, donde miles de vidas por suceder pueden quedar pegadas.
El aburrimiento es sin duda el peor de nuestros males; la fantasía, la droga más poderosa. El resto de sustancias, meros sucedáneos que se exacerban al contacto con nuestra imaginación. Nos drogamos, todo lo que podemos: ese es el límite. Mientras, el destino nos extiende sus brazos elásticos como telarañas, donde miles de vidas por suceder pueden quedar pegadas.