
"Elsa se lo ha buscado. Ya no sonríe. Se permite unos segundos para mirarla antes de quitarle la vida. Solo siente necesidad. Necesidad por verla morir. Nota un ronroneo en el vientre, justo debajo del ombligo, un cosquilleo que sabe que se convertirá en algo más cuando acabe con ella. Le ocurrió con la primera. El cosquilleo se convirtió en una descarga que le recorrió el cuerpo por dentro hasta el pecho, calentándole la sangre y provocando que se le erizara la piel. Levanta la piedra con la que la ha dejado inconsciente y la golpea con rabia una, dos, tres veces, aplastándole la cara hasta convertirla en una amalgama de tejido, esquirlas óseas y un líquido gelatinoso que se escapa por las cuencas oculares.
Le separa las piernas y emboca el palo en el orificio de la vagina. Lo empuja despacio y nota resistencia. El palo entra con dificultad, rompiendo la carne. Tira de él hacia afuera —está manchado de sangre y de algo más viscoso, algo parecido a la gelatina, probablemente parte de su aniñado y tierno sexo— y con un impulso fuerte vuelve a desgarrar las entrañas de Elsa. Esta vez el palo desaparece dentro del cuerpo. Nota la piel de gallina. El sonido de la carne al rasgarse le produce placer. .
Le separa las piernas y emboca el palo en el orificio de la vagina. Lo empuja despacio y nota resistencia. El palo entra con dificultad, rompiendo la carne. Tira de él hacia afuera —está manchado de sangre y de algo más viscoso, algo parecido a la gelatina, probablemente parte de su aniñado y tierno sexo— y con un impulso fuerte vuelve a desgarrar las entrañas de Elsa. Esta vez el palo desaparece dentro del cuerpo. Nota la piel de gallina. El sonido de la carne al rasgarse le produce placer. .