Pasaje destacado
"Por alguna razón extraordinaria, Ainize siempre había sido capaz de percibir las energías de su entorno y desde niña había sido muy consciente de que en Artziniega y más concretamente en aquella colina y en aquella casa, no había nada bueno.
Su madre se había marchado sin dejar rastro, su abuelo había aparecido ahogado en el río, su bisabuela se había lanzado por el barranco de la colina sin pensar en los tres hijos que dejaba atrás.
Se decía que era un gen hereditario que había pasado de generación en generación, pero Ainize sabía que no. La soledad de aquella vida, la tristeza de aquel clima y la rudeza de aquellas tierras eran lo que, con el paso de los años, mermaba el buen humor y las energías de cualquiera. Artziniega de por sí ya era un lugar solitario, pero en aquella colina la soledad se acentuaba con fuerza e intensidad."
Se decía que era un gen hereditario que había pasado de generación en generación, pero Ainize sabía que no. La soledad de aquella vida, la tristeza de aquel clima y la rudeza de aquellas tierras eran lo que, con el paso de los años, mermaba el buen humor y las energías de cualquiera. Artziniega de por sí ya era un lugar solitario, pero en aquella colina la soledad se acentuaba con fuerza e intensidad."