
“Vuelvo no sé de dónde, de qué pensamiento o de qué sueño y me da la impresión de que he pasado mucho tiempo con los ojos cerrados, como si hubiera estado muerto un tiempo porque no sé dónde he estado ni con quién, si he pensado o me he movido, si he comido o he cagado.
Siempre he podido hacer eso, ver lo que hay detrás de los ojos. Desde niño, cuando empecé a sufrir esto de cerrar los ojos mucho tiempo, he visto más que los demás. Veo incluso lo que hay detrás de los ojos de los muertos."
Siempre he podido hacer eso, ver lo que hay detrás de los ojos. Desde niño, cuando empecé a sufrir esto de cerrar los ojos mucho tiempo, he visto más que los demás. Veo incluso lo que hay detrás de los ojos de los muertos."

“La llegada de ese aire helado me produce todos los años una sensación de desaliento y de rabia a la vez. Me paraliza durante horas en el interior de la cabaña. Me hace pensar en la huida o imaginar un milagro -mentira, ni siquiera puedo imaginarlo- que venga a resolver mis problemas. Con la entrada del invierno nuestra vida se vuelve aún más precaria si cabe, más incierta. Otra vez el hielo. Otra vez la nieve. Sobre todo, otra vez el hambre. ¿Tendrán temores parecidos los pocos animales que habitan estos bosques?
No hay momento en el que no pueda ocurrir cualquier desgracia: el hambre, una intoxicación, las abejas, una helada brutal, un merodeador. Hay cosas a las que no puedes anticiparte, sólo actuar con cautela.”
No hay momento en el que no pueda ocurrir cualquier desgracia: el hambre, una intoxicación, las abejas, una helada brutal, un merodeador. Hay cosas a las que no puedes anticiparte, sólo actuar con cautela.”