¿Cómo pudiste pasar de una insignificante miga a un método de enseñanza que se aplica en las escuelas de medio mundo? Sonrió como una niña traviesa
—Lo probé.
—¿El qué?
—El tacto de las migas.
—Se levantó—. Espera, ahora lo entenderás.
Se acercó al niño, le pidió amablemente un trozo de pan y volvió al banco.
—Cierra los ojos. Imagina que no hay nada más, que tu mundo son cuatro paredes. Pon la mente el blanco. Me cogió la mano y depositó una miga.
—Concéntrate en las sensaciones.
Froté la miga entre los dedos. Era suave y quebradiza. No quería que se rompiera y la volvía a amasar para reconstruirla. Al hacerlo, iba percibiendo nuevos matices de su textura que antes me habían pasado inadvertidos. Me la pasé por el brazo y por los labios, y cada parte de mi cuerpo la sentía diferente. Cogí otra, porque cada miga, al tocarla, presentaba leves diferencias respecto de la anterior.
—Lo probé.
—¿El qué?
—El tacto de las migas.
—Se levantó—. Espera, ahora lo entenderás.
Se acercó al niño, le pidió amablemente un trozo de pan y volvió al banco.
—Cierra los ojos. Imagina que no hay nada más, que tu mundo son cuatro paredes. Pon la mente el blanco. Me cogió la mano y depositó una miga.
—Concéntrate en las sensaciones.
Froté la miga entre los dedos. Era suave y quebradiza. No quería que se rompiera y la volvía a amasar para reconstruirla. Al hacerlo, iba percibiendo nuevos matices de su textura que antes me habían pasado inadvertidos. Me la pasé por el brazo y por los labios, y cada parte de mi cuerpo la sentía diferente. Cogí otra, porque cada miga, al tocarla, presentaba leves diferencias respecto de la anterior.