
“Yo creía saber por qué a la señorita Rinke le gustaban los cementerios. A lo largo de su vida había perdido a tantas personas cuyas tumbas le resultaban inaccesibles o desconocidas que paseando por entre tumbas de extraños tenía ocasión de hablar con sus muertos. Y no me costaba nada entenderla: a mí también me gustaba visitar la tumba de mis abuelos para recordarles todo lo que les debía y decirles que los echaba de menos.
Pero cuando le conté todo esto a la señorita Rinke, resultó que para ella los cementerios eran otra cosa. Resultó que no conversaba con sus muertos entre las tumbas de los extraños. Si le gustaban los cementerios era porque allí todos eran iguales, los poderosos y los débiles, los pobres y los ricos, los queridos y los desatendidos, los que habían triunfado y los que habían fracasado. Todos estaban muertos y nadie podía ni quería ser más grande de lo que era: allí las ambiciones exageradas ya no existían.”
Pero cuando le conté todo esto a la señorita Rinke, resultó que para ella los cementerios eran otra cosa. Resultó que no conversaba con sus muertos entre las tumbas de los extraños. Si le gustaban los cementerios era porque allí todos eran iguales, los poderosos y los débiles, los pobres y los ricos, los queridos y los desatendidos, los que habían triunfado y los que habían fracasado. Todos estaban muertos y nadie podía ni quería ser más grande de lo que era: allí las ambiciones exageradas ya no existían.”
Olga nace en la parte este del imperio alemán a finales del siglo XIX, sobrevive a dos guerras mundiales y muere en extrañas circunstancias. Su vida, a caballo entre dos siglos, transcurre marcada por la historia. De familia pobre, es criada por su abuela tras la temprana desaparición de sus padres; más adelante se enamora de Herbert, un joven de una clase social superior, cuya familia se opone a la relación.
Deberán mantener su amor en la clandestinidad y después la relación quedará marcada por la distancia, porque Herbert, llevado por el entusiasmo de las guerras coloniales de Bismarck, decide alistarse en el ejército. Viajará por África y por América del Sur y más tarde formará parte de una expedición polar, mientras Olga se queda en casa y le escribe cartas.