
Pasaje destacado
"Un 7 de abril mi madre amaneció afiebrada. Sudorosa y extenuada entre las sábanas, se acercó penosamente hasta mi padre esperando de él algún tipo de asistencia. Mi padre, de manera inexplicable y sin el menor escrúpulo, la tomó, obligándola a secundarlo en sus caprichos. Se mostró torpe y dilatado, parecía a punto de desistir, pero luego recomenzaba atacado por un fuerte impulso pasional. Después, cuando todo terminó, mi madre se distendió entre las sábanas y se durmió de inmediato. Tuvo un sueño plagado de terrores femeninos. Ese 7 de abril fui engendrado en medio de la fiebre de mi madre y tuve que compartir su sueño. Sufrí la terrible acometida de los terrores femeninos.
Al día siguiente, el 8 de abril, el estado de mi madre había empeorado notoriamente. Mi padre la contemplaba con profunda desesperación. Sin duda por terror, la tomó al amanecer sin mayores exigencias y de modo fugaz e insatisfactorio. Al igual que el día anterior, se durmió rápidamente y volvió a soñar, pero su sueño contenía imágenes distantes y sutiles, algo así como la eclosión de un volcán y la caída de la lava. Recibí el sueño de mi madre de manera intermitente. El color rojo de la lava me causó espanto y, a la vez, me llenó de júbilo como ante una gloriosa ceremonia. Llegué a entender muy pronto mis dos sensaciones contrapuestas. Era, después de todo, simple y previsible: ese 8 de abril mi padre había engendrado en ella a mi hermana melliza."
Al día siguiente, el 8 de abril, el estado de mi madre había empeorado notoriamente. Mi padre la contemplaba con profunda desesperación. Sin duda por terror, la tomó al amanecer sin mayores exigencias y de modo fugaz e insatisfactorio. Al igual que el día anterior, se durmió rápidamente y volvió a soñar, pero su sueño contenía imágenes distantes y sutiles, algo así como la eclosión de un volcán y la caída de la lava. Recibí el sueño de mi madre de manera intermitente. El color rojo de la lava me causó espanto y, a la vez, me llenó de júbilo como ante una gloriosa ceremonia. Llegué a entender muy pronto mis dos sensaciones contrapuestas. Era, después de todo, simple y previsible: ese 8 de abril mi padre había engendrado en ella a mi hermana melliza."