“En ese momento las penas parecían muy lejanas y el futuro era una feliz promesa en el horizonte que íbamos a descubrir juntas, unidas por un vínculo que por entonces creíamos que jamás se rompería. La primavera terminaría y más tarde llegaría el verano, y el otoño, y tras el invierno, los atardeceres de lluvia de una nueva primavera.
Los días se sucederían sin tregua y nuevas gentes llegarían a nuestras vidas, pero de algo estábamos convencidas: por mucho tiempo que pasara, nosotras seríamos amigas para siempre.