
“Este caso no empezó con el golpe en la cabeza. Empezó años atrás, con otro tipo de golpe. Los asesinos van rumiando; se lo guardan todo, guardan resentimientos. Y esos resentimientos van creciendo.
Los asesinatos responden a emociones. Emociones que se vuelven malignas y se desatan. Lo que mata no se ve. Por eso es tan peligroso. No es una pistola, ni un cuchillo, ni un puño. No es algo que veas venir. Es una emoción rancia, descompuesta. A la espera de una oportunidad para golpear”
Los asesinatos responden a emociones. Emociones que se vuelven malignas y se desatan. Lo que mata no se ve. Por eso es tan peligroso. No es una pistola, ni un cuchillo, ni un puño. No es algo que veas venir. Es una emoción rancia, descompuesta. A la espera de una oportunidad para golpear”
La aparición de un cadáver de alguien desconocido por todos (o casi todos), y de una cabaña repleta de tesoros oculta en el bosque, vendrá a perturbar esa calma.
El Caos había llegado a Three Pines. Se les venía encima y estaban a punto de verse despojados de cualquier noción de seguridad, calidez o amabilidadArmand Gamache, Inspector jefe del Departamento de Homicidios de la Sûreté de Quebec y el inspector Jean Guy Beauvoir, serán los encargados de la investigación, de averiguar la identidad de la víctima y el porqué de la existencia de tantos objetos de valor incalculable en medio de la nada.
Pista tras pista, irán ahondando en las emociones de los sospechosos y en sus miserias, discerniendo entre las verdades y las mentiras, escuchando lo que cuentan, pero sobre todo averiguando lo que callan, la eterna dualidad entre el bien y el mal que cada alma lleva dentro. Porque...
¿Acaso puede tener algún sentido matar a alguien que vive rodeado de riquezas y no llevarse ningún objeto de valor? ¿Es posible hacer algo así?