“El que una mujer invadiera de ese modo sus pensamientos era algo nuevo para él. Pensamientos invadidos, y no por el temor, el resentimiento, el deseo de venganza y las otras delicias que le inspirara su madre.
Tampoco por la turbia oleada de sentimientos en sordina que su hermana hizo siempre brotar en su interior. Invadidos en cambio por aquel tibio fluir que a ratos palpitaba como un torrente inabarcablemente bueno, bello y peligroso. Era algo tan, tan increíblemente nuevo."
Tampoco por la turbia oleada de sentimientos en sordina que su hermana hizo siempre brotar en su interior. Invadidos en cambio por aquel tibio fluir que a ratos palpitaba como un torrente inabarcablemente bueno, bello y peligroso. Era algo tan, tan increíblemente nuevo."

“Con cuarenta años, Rose apenas había vivido. De niña se había criado en una hermosa campiña, donde había conocido las lilas efímeras, los campos y los claros, las moras y los juncos de río, y, al atardecer, bajo cascadas de nubes doradas y aguadas rosadas, se había instruido en el conocimiento del mundo.
De noche leía novelas que moldeaban su alma con senderos e historias. Hasta que un día, como se pierde un pañuelo, había perdido su aptitud para la felicidad.”
De noche leía novelas que moldeaban su alma con senderos e historias. Hasta que un día, como se pierde un pañuelo, había perdido su aptitud para la felicidad.”