
"Es hora, creo, de contar mi historia.
En este momento, mientras el sol extiende sus bruñidas manos sobre el mundo, tengo por fin la sensación de desasirme del tiempo. Algo se acerca y presiento que la claudicación está próxima. Una dulce rendición. No tengo miedo. Ya no. He visto lo bastante para saber que el miedo araña todo sentimiento de los corazones y no tengo deseo alguno de reducir el mío a un músculo desnudo y trémulo.
Aun así, después de lo que ha pasado, en este momento de luz de miel, cuando el aire es un incensario de eucalipto, me pregunto cuántos días me quedan y si, en caso de irme sin dejar testamento, no se perderá algo necesario".
En este momento, mientras el sol extiende sus bruñidas manos sobre el mundo, tengo por fin la sensación de desasirme del tiempo. Algo se acerca y presiento que la claudicación está próxima. Una dulce rendición. No tengo miedo. Ya no. He visto lo bastante para saber que el miedo araña todo sentimiento de los corazones y no tengo deseo alguno de reducir el mío a un músculo desnudo y trémulo.
Aun así, después de lo que ha pasado, en este momento de luz de miel, cuando el aire es un incensario de eucalipto, me pregunto cuántos días me quedan y si, en caso de irme sin dejar testamento, no se perderá algo necesario".