Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


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1 de agosto de 2021

“LAS MANOS DE MI MADRE” de Karmele Jaio

Cubierta de la novela de Karmele Jaio,  autora vasca, realista
Escucho mi respiración, también la de mi madre, y no consigo concentrarme en nada más que en mirar sus manos. Están posadas sobre las sábanas, sin mover un dedo, parecen manos de piedra, como si la sangre de sus venas se hubiera convertido en agua estancada. Esconde con sus manos el nombre del hospital estampado en el embozo, como si quisiera ocultar dónde se encuentra.

Cuando abre los ojos, nos sonríe a Xabier y a mí, pero no nos reconoce, aunque seamos sus hijos, aunque un día nos diera la vida en este mismo hospital, antes de que lo reformaran. Aun así nos sonríe, y su sonrisa aligera la carga que sentimos sobre los hombros desde que la ingresaron. En parte, al menos.

19 de febrero de 2020

“LA CASA DEL PADRE” de Karmele Jaio

Cubierta de la novela de Karmele Jaio
“Por un momento, has recordado el tiempo en que escribías sin ser escritor. Entonces escribir era tu secreto. Casi nadie sabía nada ni esperaba nada de ti, ni los compañeros de la universidad al principio, ni los del periódico en el que trabajaste después, ni tus amigos más íntimos, aunque nunca has tenido amigos demasiado íntimos.

Entonces escribías libre, con tranquilidad, imaginando situaciones que disfrutabas resolviendo. No tenías que compartir tu afición secreta con nadie. Escribir era para ti como hacer un sudoku, tú solo, reclinado en una butaca. Podías vivir en aquel espacio autista maravilloso. Era tuyo, solo tuyo.

Ahora, sin embargo, desde que sientes que hay un público que te espera, el blanco escritorio sobre el que escribes te huele a desinfectante, a producto de limpieza, a vacío. Como tu cabeza."

Ismael tiene un secreto. Lleva dos años intentando escribir su próxima novela, pero no consigue producir más que borradores sin vida. A su desconcierto creativo se le suma el impacto sufrido tras escuchar la noticia de que han encontrado el cuerpo de una mujer en el monte cerca de su ciudad, Vitoria. Desde que sus hijas se han hecho mayores, cada vez que escucha alguna noticia similar siente una inquietante mezcla de culpa y miedo: culpa por ser hombre y miedo por lo que algún hombre pueda hacerles a «sus niñas». Su crisis se acentuará cuando se vea obligado a pasar todas las tardes con su padre, después de que su madre haya sufrido un accidente y no pueda cuidar de él. Las horas con su padre le llevarán a preguntarse sobre su relación con él y sobre la manera en la que ha aprendido a ser un hombre.