
“De las profundidades de la noche y del sueño ascienden voces que no querríamos oír nunca.
Son como recordatorios de los miedos de la infancia, cuando, una vez apagada la luz y cerrada la puerta, cada objeto de la habitación, cada forma podía convertirse en monstruo; cuando, desde nuestra cama (ese barco salvavidas cercado por las olas inquietantes de la noche) éramos dolorosamente conscientes de nuestra vulnerabilidad y de nuestra pequeñez.
Esas voces nos recuerdan que la muerte forma parte de la vida y que la aniquilación nunca queda lejos”
Por otra parte, el comandante Martin Servaz vive su baja laboral en un
centro para policías deprimidos. Tiene 40 años, está divorciado, y adora la
música clásica (amante de Mahler por encima de todas las cosas) La única
persona que lo visita es su hija y allí dispone de todo el tiempo del mundo
para recordar los hechos que le llevaron a su situación actual.
Se trataba de policías que, después de pasar años frecuentando las orillas de lo inmundo, habían acabado desmoronándose. Que ya no soportaban seguir siendo tratados día tras día de maderos, de pasma, de perros, de sicarios, de canallas. La mayoría de los que estaban allí se habían metido el cañón de su arma de servicio en la boca al menos una vez.
Un día, Servaz recibe una carta con la llave de una habitación de
hotel en la que hace un año una artista conocida se suicidó y empieza a
investigar por su cuenta, hasta que su camino se cruza inevitablemente con el de Christine.
¿Quién pone tanto empeño en destrozarle la vida a Christine? ¿Porqué?
“Un secuestro se puede producir por muchas razones, incluyendo el deseo de poseer al niño, la gratificación sexual, un objetivo económico, una forma de castigo o el deseo de matar.
Las investigaciones indican que cuando el menor es asesinado, la motivación puede ser: la emoción, porque el secuestrador busca vengarse de la familia; el impulso sexual, porque el agresor busca una gratificación sexual con la víctima; o el beneficio económico en los casos en los que se pide un rescate.”
Las investigaciones indican que cuando el menor es asesinado, la motivación puede ser: la emoción, porque el secuestrador busca vengarse de la familia; el impulso sexual, porque el agresor busca una gratificación sexual con la víctima; o el beneficio económico en los casos en los que se pide un rescate.”
A Ben y a su perro parece que se los hubiera tragado la
tierra y encima Rachel se siente tan culpable… Todos, los medios de
comunicación y hasta su propia familia, parecen señalarla con el dedo,
haciéndola sentir una mala madre. ¿Se tratará de un secuestro? ¿De un asesinato?
Nosotros no somos quienes creemos, ¿lo son los demás? Si el riesgo de que los demás nos juzguen mal es tan grande, ¿cómo podemos estar seguros de que la opinión que nos forjamos de alguien tiene algo que ver con la persona que realmente hay en el fondo? ¿Deberíamos confiar en alguien solo porque sea una figura de autoridad o un miembro de nuestra familia? ¿Nuestras amistades y relaciones personales tienen verdaderamente una base sólida?El inspector James Clemo (Jim) forma parte del equipo de policías encargado de solucionar el caso y comprobar las pistas y los sospechosos que van surgiendo: gente cercana al entorno de Ben, de su colegio, sus amigos, o incluso dentro del propio círculo familiar. Cualquiera puede ser el culpable, no se puede descartar a nadie.
Estábamos en ese punto en el que el caso se apodera de ti: es agotador, pero es adictivo y nunca tienes suficiente. Los nervios están a flor de piel y te alimentas básicamente de adrenalina y cafeína. Es difícil hacer nada normal porque siempre tienes el caso en la cabeza. Es como una droga.