
Pasaje destacado
"La llamaban la Malnacida y no le gustaba a nadie. Pronunciar su nombre traía mala suerte. Era una bruja, de esas que le pegaban a una el aliento de la muerte. Tenía el demonio dentro y yo no debía hablar con ella. La miraba de lejos, los domingos, cuando mi madre me ponía los zapatos que hacían que me salieran ampollas, los leotardos y el mejor vestido que no tenía que manchar. El sudor me resbalaba por la nuca y la lana me provocaba rozaduras en los muslos.
La Malnacida estaba abajo, en el Lambro, con dos chicos a los que yo solo conocía de oídas: Filippo Colombo, que tenía los brazos y las piernas como huesitos de pollo, y Matteo Fossati, de pecho y hombros robustos como los cuartos de buey relucientes de grasa del mercado de via San Francesco. "
La Malnacida estaba abajo, en el Lambro, con dos chicos a los que yo solo conocía de oídas: Filippo Colombo, que tenía los brazos y las piernas como huesitos de pollo, y Matteo Fossati, de pecho y hombros robustos como los cuartos de buey relucientes de grasa del mercado de via San Francesco. "