
“Su comportamiento se parecía mucho a la forma de actuar de los asesinos en serie. Resultaba evidente que las consecuencias eran muy diferentes, pero la base era la misma: una infancia difícil con poca empatía y cariño, un gran déficit de autoestima y una enorme necesidad de parecer fuerte.
Y el incesante ciclo que pasaba por la fantasía, la ejecución y la angustia, como una rueda que nunca dejaba de girar.
El individuo necesitaba reafirmarse y concebía fantasías de control, que en su caso eran sexuales y en el caso del asesino en serie guardaban relación con la vida y la muerte de sus semejantes. Las fantasías se volvían tan potentes que al final resultaba imposible resistirse a ponerlas en práctica
Y el incesante ciclo que pasaba por la fantasía, la ejecución y la angustia, como una rueda que nunca dejaba de girar.
El individuo necesitaba reafirmarse y concebía fantasías de control, que en su caso eran sexuales y en el caso del asesino en serie guardaban relación con la vida y la muerte de sus semejantes. Las fantasías se volvían tan potentes que al final resultaba imposible resistirse a ponerlas en práctica
Torkel, Billy, Vanja, Úrsula y Sebastian Bergman, un psicólogo criminalista con antaño renombre, pero acabado y hundido en la actualidad, que entrará a formar parte del equipo para ayudarles (y a veces complicarles) con sus conocimientos y experiencia en la resolución de los casos.
Según avanza la trama de las novelas que forman esta trilogía, iremos conociendo las circunstancias de la vida de cada uno de los personajes, sus situaciones personales, desavenencias entre ellos y el porqué de las mismas.