Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


26 de noviembre de 2024

“LA VEGETARIANA” de Han Kang


   Pasaje destacado
Portada de la novela Un momento de ternura y de piedad de Irene Cuevas, Editorial Reservoir Books"Sabía, de haberlo leído y escuchado, que estaba de moda ser vegetariano en estos días. La gente se hacía vegetariana para tener una vida más sana, para cambiar su metabolismo y dejar de sufrir alergias y piel atópica, o simplemente para cuidar el medio ambiente. Los monjes budistas que hacían vida retirada también eran vegetarianos, pero lo eran por una buena causa: evitar hacer daño a los seres vivos.

¿A qué venía esa extravagancia de mi mujer? Ni que fuera una adolescente caprichosa. No necesitaba bajar de peso ni tenía que curarse ninguna enfermedad pero había cambiado sus hábitos de alimentación por una simple pesadilla. ¡Ni que estuviese poseída por un demonio! ¿Cómo podía ser tan tozuda e ignorar de aquella manera la oposición de su marido?."

Han Kang (Gwangju, Corea del Sur, 1970), ha sido el último Premio Nobel de Literatura (en 2024) y es la primera escritora surcoreana y primera mujer asiática en haberlo obtenido. Su debut fue en 1993 con el poemario “El invierno en Seúl”, seguido de su primer volumen de cuentos “El amor en Yeosu” (1995). De momento ha publicado ocho novelas, habiendo sido traducidas al español únicamente: “La vegetariana” (publicada en su país en 2007, reeditada en español en 2024), “La clase de griego” (publicada en su país en 2011, en español en 2023), “Actos humanos” (publicada en su país en 2014, reeditada en español en 2024), ”Blanco” (2016, en español en 2020), e “Imposible decir adiós” (2021, publicada en España en 2024) además de haberse dedicado también a la poesía, y a escribir algunos relatos. Estudió Letras en la Universidad Yonsei y después de graduarse trabajó durante tres años como periodista para las revistas Publishing Journal y Samtoh, entre otras. Hoy día, enseña Creación Literaria en el Instituto de las Artes de Seúl Ha ganado varios Premios además del Nobel, como en el caso de “La vegetariana”: Premio Man Booker International de ficción en 2016, XXIV Premio San Clemente, y Festival de Cine Sundance (2010) por Chaesikjuuija (Vegetarian), la adaptación cinematográfica de la novela en 2009.

Los puntos fuertes de la novela

✔ Un comienzo que llama la atención e incita a seguir leyendo:  
Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. No era ni muy alta ni muy baja, llevaba una melena ni larga ni corta, tenía la piel seca y amarillenta, sus ojos eran pequeños, los pómulos algo prominentes, y vestía ropas sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos negros muy sencillos, se acercó a la mesa en la que yo estaba sentado con pasos que no eran ni rápidos ni lentos, ni enérgicos ni débiles. Si me casé con ella fue porque, así como no parecía tener ningún atractivo especial, tampoco parecía tener ningún defecto en particular. Su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis anchas.

✔ Una trama bastante rara y peculiar, tanto que durante su lectura te planteas en más de una ocasión qué es lo que realmente tienes entre manos. Consta de tres partes, tres hilos argumentales: la primera parte titulada “La vegetariana” la narra el marido de Yeong-hye en primera persona, la segunda parte, “La mancha mongólica”, es narrada en tercera persona por el cuñado de Yeong-hye, y la tercera, “Los árboles en llamas” nos la cuenta también en tercera persona la hermana, In-hye, la mayor parte del tiempo en presente.

Yeonghye tiene sueños perturbadores, ve caras, ve sangre, horribles pesadillas que empiezan a atormentarla: 
En los sueños, cuando le corto el cuello a alguien, cuando sosteniéndola por los pelos le doy el último golpe a la cabeza que pende oscilante, cuando pongo en mi mano los resbaladizos globos oculares e incluso cuando me despierto… Durante la vigilia, cuando me entran ganas de matar a las palomas que caminan delante de mí cuando tengo ganas de retorcerle el cuello al gato del vecino al que he estado observando desde hace tiempo, cuando me tiemblan las piernas y me baña un sudor frío, cuando me siento otra, cuando otra persona me surge desde dentro y me devora… En todas estas ocasiones… siento que se me hace la boca agua. Cuando paso por delante de la carnicería, tengo que tapármela. Es por la saliva que me brota de la base de la lengua, me empapa los labios, se me escurre por la boca y se derrama.

Y decide tajantemente y de la noche a la mañana no comer más carne, porque cree que es lo que debe hacer para dejar de tener esos sueños.
La descubrí una madrugada del pasado mes de febrero en la cocina, vestida únicamente con un camisón, nunca imaginé que nuestra vida diaria fuera a cambiar en lo más mínimo. Ella estaba en cuclillas, vestida con el mismo camisón y con el pelo despeinado cayéndole a ambos lados de la cara. A su alrededor y sobre el suelo de la cocina había desperdigadas tantas bolsas de plástico y recipientes herméticos que no quedaba lugar donde poner los pies. Dos veces me había dicho que todo se debía a un sueño que había tenido. ¿Pero entonces has tirado toda la carne que había en el frigorífico por ese estúpido sueño? Me levanté de la mesa y abrí la puerta del congelador. Estaba vacío. Solo había cereales tostados, pimiento rojo en polvo, guindillas congeladas y una bolsa de ajo picado.

Yeonghye casi no duerme, pierde el habla hasta un punto en el que es difícil comunicarse con ella, y adelgaza poco a poco hasta un grado lastimoso, adquiriendo un aspecto pálido y demacrado como si estuviese enferma.
Si no comes carne, todo el mundo te devorará.

Nadie conoce sus verdaderos motivos, la auténtica razón por la que ahora es vegetariana. No parece ser por salud, ni por cuestiones religiosas, ni porque haya dejado de gustarle la carne. Parapetada tras su mutismo solo acierta a decir, “es que… tengo sueños”.
Tengo algo atascado en la boca del estómago. No sé qué es. Siempre está ahí. Ahora siento esa pesada masa a todas horas aunque no lleve el sujetador. Por más que respiro profundamente, no se me aligera el pecho. Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí. Es por la carne. He comido demasiada carne. Todas esas vidas se han encallado en ese sitio. No me cabe la menor duda. La sangre y la carne fueron digeridas y diseminadas por todos los rincones del cuerpo y los residuos fueron excretados, pero las vidas se obstinan en obstruirme el plexo solar.

Nadie parece entenderla, la toman por egoísta, por un ser irracional, todos, su propio marido, su hermana y su cuñado, así como sus padres que no quieren saber nada de ella, e intentan  por todos los medios reconducirla al buen camino, al que ellos consideran correcto, usando a veces incluso la fuerza, la violencia para someterla a la voluntad de la mayoría. ¿Se habrá vuelto loca?
A veces se me cruzaba por la cabeza un mal presagio. ¿Y si estos no eran más que los síntomas iniciales de una paranoia, un delirio o una neurastenia, enfermedades mentales que hasta ahora solo conocía de oídas? Sin embargo, mi mujer no parecía estar loca. Como siempre, hablaba poco y mantenía la casa bien ordenada

¿Qué le pasa por la mente a Yeonghye? ¿Qué quiere conseguir con esa actitud y en qué quiere transformarse? ¿Será capaz de parar a tiempo, antes de que sea demasiado tarde, o se mantendrá firme en su decisión?

✔ Los personajes, son cuatro los más importantes: Yeonghye, su marido, su hermana Inhye cuatro años mayor, y el marido de la hermana, pero solo tres de ellos tienen voz propia, y nos cuentan sus puntos de vista en cada una de las tres partes cortas de las que consta la novela. Todos salvo la propia “vegetariana”, por lo que al lector, al igual que a la familia, también le resulta complicado saber qué siente y que piensa ella realmente, por más que en la primera parte narrada por su marido, de vez en cuando se intercalen algunas páginas en cursiva donde nos cuenta en primera persona algunos de sus sueños, pensamientos y hechos ocurridos durante su infancia que le han dejado marcada.
Sin embargo, yo tenía miedo. Todavía llevaba mis ropas manchadas de sangre. Me agaché y me escondí detrás de un árbol para que nadie me viera. Tenía también las manos manchadas de sangre. Y la boca. Había comido los pedazos de carne caídos en el suelo de ese granero. Me había embadurnado las encías y el paladar con la sangre roja de esa blanda carne cruda. Mis ojos, que se reflejaban en los charcos de sangre, centelleaban. No pudo ser más vivida la sensación de desgarrar con mis dientes esa carne cruda. Y mi cara, mis ojos… Me había vuelto una desconocida, pero no había duda de que era yo. No, al revés. Era un rostro visto innumerables veces, pero no era mi cara. No puedo explicarlo. Conocida y desconocida a la vez, fue una sensación vivida y extraña, terriblemente extraña.

▶︎ Yeonghye, la que decide hacerse “vegetariana”, es la protagonista principal: trabaja de profesora asistente en una academia de computación gráfica, también en casa transcribiendo textos por encargo. Su marido la tacha de persona anodina, insulsa, sin nada bueno que destacar pero también sin ningún defecto en particular.

Seguramente carga a sus espaldas con un trauma infantil, ya que el padre, violento y maltratador se ensañaba sobre todo con ella propinándole habituales palizas. Su hermano menor, el único varón, se desquitaba pegándoles a otros niños, así que no debió de sufrir tanto y con la mayor, el padre tenía más miramientos porque le preparaba la sopa para aliviarle la resaca en lugar de la madre, que estaba siempre cansada.
Yeonghye no sabía seguirle el humor al padre. Sin poder oponerle ninguna resistencia, los malos tratos que recibía le llegaban hasta los huesos.

▶︎ El marido: machista, que no le importa forzar a su mujer cuando ella deja de querer tener relaciones sexuales con él y le cuesta aceptar que su mujer cada vez le resulta más extraña, “rara” e incluso a veces, aterradora.
Cuando volvía tarde a casa de alguna reunión, me abalanzaba sobre mi mujer impulsado por el alcohol. Lanzándole insultos en voz baja mientras ella se me resistía con todas sus fuerzas, lograba penetrarla en una de cada tres oportunidades. Entonces se quedaba mirando el techo en medio de la oscuridad con los ojos vacíos, como si fuera una esclava sexual forzada por los nipones. Después de correrme, ella se ponía de lado dándome la espalda y hundía la cara entre las sábanas.

Se casó con ella, la eligió por ser alguien vulgar, pensando que su mujer podría cumplir con sus tareas de ama de casa y esposa abnegada que siempre había tenido en mente, sin opinar ni hablar demasiado, sin pedir nada, quejándose poco.
Fue natural que eligiera casarme con ella, que tenía el aspecto de ser la mujer más corriente del mundo. De hecho, jamás he podido sentirme cómodo con las mujeres bonitas, inteligentes, sensuales o provenientes de familias adineradas.Tal como lo había esperado, mi mujer se ajustó sin problemas al rol de esposa común y corriente que yo deseaba.

▶︎ El cuñado: realiza trabajos originales de videoarte, hace y expone obras en formato de vídeo. Lleva dos años en sequía artística, pero ahora ha recuperado la ilusión por crear y hacer realidad su proyecto estrella tantas veces imaginado con Yeonghye como protagonista.
El hecho de que su cuñada tuviera todavía la mancha mongólica en el trasero y la imagen de un hombre y una mujer copulando desnudos y con los cuerpos pintados de flores se le imprimieron en la cabeza en una incomprensible y a la vez clara relación de causa y efecto. La mujer de sus bocetos no tenía rostro, pero era su cuñada. Mejor dicho, tenía que ser su cuñada. La primera vez que la había dibujado, imaginando su cuerpo desnudo, que nunca había visto, y estampando en el centro de sus nalgas una pequeña mancha verdosa como un pétalo, había experimentado un ligero estremecimiento y al mismo tiempo una erección. Era un poderoso deseo sexual hacia un objeto definido que no sentía desde que se había casado.

No soporta a su esposa, la hermana de Yeonghye su carácter tranquilo, resignado y parsimonioso, rasgos que al principio sí le gustaban, pero que ahora le hartan. Es por ello que empieza a desear a su cuñada, que ahora está empeñada en no comer carne y que le provoca un sentimiento sutilmente diferente al que le provoca su mujer, porque se parece más a lo que ahora busca en una mujer, tanto física como emocionalmente
Al ver el cuerpo proporcionado y relleno de mi cuñada, su amable manera de hablar y sus ojos grandes, lamenté las muchas cosas buenas que me estaba perdiendo de la vida sin darme cuenta.

▶︎ La hermana, Inhye: tiene una tienda de cosméticos en las inmediaciones de una universidad, aunque después de tener al niño, solo aparecía por su negocio de noche para ocuparse de las cuentas de la caja. Nunca ha sabido si su marido realmente la ama, ni siquiera cuando decidió casarse con él, por más que de forma inconsciente sí cree saberlo. Ella es la protagonista de la última parte de la novela, “Los árboles en llamas”, que transcurre en su mayor parte en el momento presente, cuando ya la historia está bastante evolucionada y han pasado varios años desde que Yeonghye dejó de comer carne.

✔ La interpretación de la historia y algunas curiosidades: la novela no es nada fácil de leer, ni de digerir, aunque el prólogo firmado por el escritor Gabi Martínez titulado “Donde crecen las secoyas”, nos aporta algunas claves interesantes para ayudarnos a entender el contexto social en el que Han Kang escribió “La vegetariana”. Datos como que Corea del Sur encabeza el índice de ingestión de alcohol per cápita mundial, doblando al ruso, que en Corea del Sur es donde porcentualmente se suicida más gente en el mundo después de la pequeña Guyana. También nos habla sobre los hábitos alimenticios de la sociedad coreana y que los coreanos intentan alimentarse de forma saludable, aunque el cerdo y la ternera crudos menudean en las exitosas barbecues pese a que el gobierno se encargó de ocultarlos durante la celebración de los Juegos Olímpicos. 

Nos cuenta que en la propia Seúl abundan los restaurantes de sopa de perro (Boshintang), y que el consumo de carne se extiende como signo de bonanza, de poder de nutriente necesario para seguir creciendo y compitiendo entre la élite. Y que otro decisivo detalle para entender la obra, apunta al ultrapatriarcado que impera en Corea y el arrinconamiento que sufren allí las mujeres, así como el surgimiento sobre todo en Seúl de un capitalismo ferozmente descorazonador que inspira a una vanguardia de pensadores críticos que recalcan la necesidad de bajar el ritmo, de que el mundo se conduzca de acuerdo con formas de vida más naturales.

Desde mi punto de vista y teniendo todo eso en cuenta, considero que hay dos posibles interpretaciones: O el comportamiento de Yeonghye es un puro acto de rebelión, una tajante rebeldía contra el mundo, contra el sistema capitalista y la sociedad, contra la violencia física sufrida de niña y la represión emocional por parte del marido que la considera un cero a la izquierda. 
Quizás en su interior ocurrían cosas tan terribles, cosas tan inimaginables que ya tenía más que suficiente con tener que convivir con ellas en la vida diaria y por eso no le quedaban energías para mostrar curiosidad, explorar o reaccionar a lo que ocurría a su alrededor. Lo que le hacía suponer eso era que percibía por momentos que sus ojos no reflejaban una serenidad pasiva o idiota sino una gran fiereza, y al mismo tiempo ejercía una gran fuerza para contenerla.

O bien padece una enfermedad mental que ya venía larvada y que termina por salir a la luz a raíz de los truculentos sueños
—¿Por qué no comes carne? Siempre tuve ganas de preguntártelo, pero nunca lo hice. 
—No me importa hablar de ello, pero seguramente no lo entenderías —respondió ella impasible, masticando los frijoles—. Es por los sueños.
—¿Los sueños? —repitió él.
—Sí, porque tengo pesadillas… Por eso no como carne.
—¿Qué sueñas?
—Caras.
—¿Caras?
Él no se atrevió a preguntarle por qué se había desnudado el pecho bajo el sol, como un animal imitante que realizara la fotosíntesis. ¿Eso también se debía a los sueños?

 En la segunda parte, “La mancha mongólica”, se destila cierto erotismo: aquí, el cuerpo y “la mancha mongólica” de Yeonghye adquieren bastante protagonismo. 
La mancha mongólica verdeazulada de su cuñada se estampaba en todos esos recuerdos. Una mancha primitiva, desaparecida de todas las personas adultas y que solo tienen los niños en las nalgas o en la espalda. Superponiéndose a la sensación placentera que tuvo cuando tocó por primera vez las tiernas nalgas de su hijo recién nacido, el trasero de su cuñada, que nunca había visto, resplandecía como una luz brillante dentro de sí mismo.

Un hilo de la historia en la que el cuñado se le acerca de una forma que pudiera pretender ser inocente, pero que en realidad de inocente no tiene nada.  Nos da la sensación de que está enamorado u obsesionado, pero sus pretensiones son bastante oscuras ya que su objetivo es utilizarla para uno de sus proyectos artísticos que implica completa sumisión sexual por parte de ella.
En la última posición, él se puso boca arriba y ella subió encima. Otra vez ajustó la cámara para que tomara su mancha mongólica.
«Que sea eterno, que no termine nunca…». Cuando su cuerpo se estremeció de insoportable satisfacción, ella estalló en un sollozo. Durante unos treinta minutos no había exhalado un solo gemido. Sus labios temblaban a cada momento y le había transmitido su intenso gozo a través de los estremecimientos de su cuerpo con los ojos cerrados casi todo el tiempo. 

Resumiendo: “La vegetariana” me ha parecido una novela peculiar, que no únicamente trata sobre una mujer que deja de comer carne, sino que va más allá, a las consecuencias que acarrea tal decisión. Una obra con un trasfondo de denuncia, rebeldía, de oposición frente a la imposición, con ciertas dosis de violencia tanto física como psicológica que a veces transmite cierta angustia, escrita con una prosa lacerante, clara, sin medias tintas y que lleva a reflexiones sobre la falta de respeto y el derecho a cuestionar e influir en las decisiones personales de los demás, por más que no las entendamos.

Me gustaría devorarte, derretirte y hacer que circules por mis venas.

¿Os recomiendo esta novela?
Por supuesto, por varios motivos:
por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero también porque es una lectura distinta a todo resultando una experiencia bastante desconcertante. Porque, aunque parezca que el tema base de la trama pudiera ser la defensa del vegetarianismo, eso es solo pura anécdota y porque aborda el tema de salud mental y la implacable presión social que padecemos, de una forma singular y sorprendente. Una novela que si bien no considero apta para todo tipo de lector, me ha resultado hechizante.

He leído y comentado "La vegetariana" junto a mi gran amiga Mariana, del blog Los libros de Mava, así que otra lectura más que va directa a la saca de nuestro Club de lectura MavaMar. Si os apetece o tenéis curiosidad por saber si ella ha disfrutado la novela tanto como yo, podéis hacerle una visita y leer su reseña AQUÍ, seguro que no os arrepentiréis. 


Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: 




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