Pasaje destacado
"A mi hermana le gusta mandarme encomiendas. Es ridículo, porque vivimos lejos y la mayoría de las cosas se estropean en el camino. Lejos es una palabra demasiado corta cuando se traduce a la geografía: cinco mil trescientos kilómetros es la distancia que me separa de mi familia. Mi familia es ella. Y mi madre, pero yo no tengo ninguna relación con mi madre. Me parece que mi hermana tampoco. Hace años que casi no me habla de ella, aunque supongo que se sigue ocupando de sus cosas.
Así que suelo recibir cajas perfectamente embaladas por fuera, pero embutidas en comida podrida. Yo permito que mi hermana me mande encomiendas porque decirle que no requiere una explicación que ella se va a tomar a mal, reafirmando para sí que la distancia me ha vuelto una persona displicente. Tras los años de ausencia y vínculos cambiantes, la estrategia más segura para mantener la armonía consiste en simular que entre ella y yo no hay mayores diferencias. Neutralizarnos. Eso supone un esfuerzo importante de lado y lado."
Así que suelo recibir cajas perfectamente embaladas por fuera, pero embutidas en comida podrida. Yo permito que mi hermana me mande encomiendas porque decirle que no requiere una explicación que ella se va a tomar a mal, reafirmando para sí que la distancia me ha vuelto una persona displicente. Tras los años de ausencia y vínculos cambiantes, la estrategia más segura para mantener la armonía consiste en simular que entre ella y yo no hay mayores diferencias. Neutralizarnos. Eso supone un esfuerzo importante de lado y lado."
Os cuento que en mi vida había escuchado hablar de Margarita García Robayo (Cartagena, 1980), y que no recuerdo porqué me hice con este libro, pero os adelanto que me ha fascinado. Me entero después de leerlo que García Robayo es una escritora colombiana autora de varias novelas: “Hasta que pase un huracán”, “Lo que no aprendí”, “Educación sexual” y “Tiempo muerto” y de varios libros de cuentos entre los que se destacan “Cosas peores”, ganador del Premio Literario Casa de las Américas 2014, del libro de microrrelatos “Las personas normales son muy raras” y del libro de ensayos “Primera persona”. Descubro también que su obra ha sido traducida a muchos idiomas y que hoy en día, vive en Buenos Aires.
Nuestra protagonista, colombiana de nacimiento y de la que nunca sabremos su nombre, trabaja en una agencia de publicidad y vive en el séptimo de un piso de la ciudad de Buenos Aires, en un país que no es el suyo. Cada quince días casi sin falta, también en los cumpleaños, charla con su hermana mayor, que sigue viviendo en el país de origen cuidando de la madre. Hablan regularmente por videconferencia, tienen conversaciones bienintencionadas y cortas, al final de las cuales, ella siempre anuncia que le está preparando una encomienda, cajas repletas de regalos que ella recibe puntualmente, con alimentos a veces podridos, fotografías antiguas, retazos de vida, de la vida de ambas. Le detalla los productos, y también le muestra los dibujos que le van a mandar sus tres sobrinos. Su hermana siempre parece tener la mente en otras cosas, en otras prioridades, y no hace demasiado caso a sus asuntos o necesidades.
La trama a grandes rasgos sin spoiler
Nuestra protagonista, colombiana de nacimiento y de la que nunca sabremos su nombre, trabaja en una agencia de publicidad y vive en el séptimo de un piso de la ciudad de Buenos Aires, en un país que no es el suyo. Cada quince días casi sin falta, también en los cumpleaños, charla con su hermana mayor, que sigue viviendo en el país de origen cuidando de la madre. Hablan regularmente por videconferencia, tienen conversaciones bienintencionadas y cortas, al final de las cuales, ella siempre anuncia que le está preparando una encomienda, cajas repletas de regalos que ella recibe puntualmente, con alimentos a veces podridos, fotografías antiguas, retazos de vida, de la vida de ambas. Le detalla los productos, y también le muestra los dibujos que le van a mandar sus tres sobrinos. Su hermana siempre parece tener la mente en otras cosas, en otras prioridades, y no hace demasiado caso a sus asuntos o necesidades.
No le he explicado el trámite todavía y ella ya me está contestando que sí, que cómo no, que se va a poner en eso cuanto antes. Al igual que otras veces se muestra resuelta a hacerme favores que después olvida. Parte del chiste de ser la hermana mayor.
A la hermana pequeña le aterra la charla banal, esa banalidad inevitable en la que suelen caer sus conversaciones, en las que suelen caer las conversaciones que se prestan a ser rutinarias y obligadas por el único vínculo del parentesco.
Ahora mi hermana arruga la frente y desvía la mirada, lo que indica que está pensando en cómo llenar el bache en el que cayó la conversación. Esta es una instancia que me aterra. Lo que sigue es el vértigo, la caída en picada en la charla banal. Y yo no soy buena en eso. Soy mala, pero no porque me falte habilidad —puedo sostener larguísimas conversaciones banales con otros—, sino en el sentido de la vileza. El único antídoto que conozco contra la banalidad es la vileza. Nunca aprendí a ser compasiva con mi familia.
La narradora de la historia escribe y prepara su proyecto de beca a la que quiere postular para irse a vivir a Holanda. Escribe mientras su vida transcurre entre cuidar a León, el hijo de su vecina Susan, sus breves encuentros sexuales con Axel, su nuevo ligue, los desencuentros con su portero Máximo y las visitas de Ágata, la gata asesina que ha elegido su terraza para abandonar sus presas, palomas, ratas y demás cadáveres de bichos vivientes, la gata que el vecindario pretende endiñarle con la excusa de estar sola y no tener hijos.
Ágata circulaba por todos los departamentos, pero tenía una preferencia evidente por mi terraza. Cuando se planteó en la reunión del edificio si la gata debía ser adoptada por alguien o si debíamos dejarla circular a sus anchas (considerándola una mascota de la propiedad), todas las miradas se posaron en mí, cargándome con el peso de la decisión.
La última vez que ha hablado con su hermana, le ha contado que se va con su marido y sus hijos de crucero unos días y le habla del nuevo paquetito de turno que va a recibir, pero no le cuenta todo, no le cuenta que esta vez le envía en el pack, una gran, ¿incómoda, desagradable?, e inesperada sorpresa, por lo que deberá lidiar también con ese cambio repentino en su querida e inestimable rutina. Y hasta ahí puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
✔ El porqué del título: parece ser que en Colombia llamaban antiguamente “encomiendas” a las cajas que los emigrantes enviaban a sus países con regalos para los familiares, y en la actualidad, es lo que en España viene siendo recibir un "paquete". Las encomiendas que la hermana mayor envía a la pequeña hermana exiliada, son el hilo desencadenante de todo, porque en el último lote recibe también una misión, una responsabilidad, un encargo. Y esa misión es lo que propiciará esos recuerdos de infancia emergentes que comienzan a brotar del fondo de la mente, del corazón de nuestra protagonista.
✔ La historia está narrada en primera persona del presente, a veces en pasado, cuando a la narradora le surgen los recuerdos. Además de esa lejana proximidad que mantiene con su hermana, resulta muy curiosa la figura de la madre, la no relación con ella desde siempre, una madre compleja y difícil de comprender hasta para el lector, que a las hijas les resulta ajena y extraña porque prácticamente no las crio, porque de pequeñas las soltó en casa de la tía Vicky para que ella las cuidara.
Total, que esta señora es mi madre, pero yo no recuerdo la sensación de ser su hija. Y ese hueco en la sensibilidad no se parece al que dejan las canciones olvidadas —esas vuelven de la nada una tarde melancólica, enteras y vigorosas—. No sé bien a que se parece esta sensación, pero cada tanto, para explicármela, se me atraviesa un holograma de mí misma que me muestra un vestido que no reconozco, que no me parece ni lindo ni feo, aunque no lo habría elegido para mí. El holograma me dice: «Este vestido te encantaba, pagaste una fortuna por él, te sentiste una modelo cada vez que te lo pusiste.» Y yo, después de analizarlo cuidadosamente y constatar su inocuidad, contesto: «¿Ese vestido?»
✔ Los temas abordados en la novela, son casi todos relacionados con la familia, con los padres, con las relaciones entre hermanas y entre madres-hijas.
No solo le parezco una hermana desprendida, desdichada y displicente, sino una mujer soberbia. A ella tampoco le alcanza el parentesco, claro que no. En casos como el nuestro, llevarse bien no es una cuestión de magia o de química o de afinidad, sino de tenacidad, de tozudez, de trabajo tortuoso.
● La trama básica que subyace pero que a la vez lo cubre todo, es el parentesco, los vínculos de sangre que hay que mantener a la fuerza porque son eso, sangre de tu sangre. Y da lo mismo que las personas en cuestión no se entiendan, no se comprendan, no se necesiten, no empaticen entre ellas, porque lo único que debe importar es que forman parte de tu familia, y toca esforzarse por mantener a flote algo que no recuerdas desde cuando anda hundido.
Mi teoría supone que la conciencia del vínculo basta para convencer a las personas de que el parentesco es un recurso inagotable que alcanza para todo: unir destinos enfrentados, torcer voluntades, combatir deseos de rebelión, transformar mentiras en memorias y viceversa; o bien, sostener una conversación anodina. Pero no alcanza, al contrario. El parentesco es un hilo invisible, toca imaginarlo todo el tiempo para recordar que está ahí. Las últimas veces que vi a mi hermana me repetía a mí misma: «Somos hermanas, somos hermanas», como quien solo puede explicarse un hecho misterioso acudiendo a la fe.
● Pero también se indaga sobre esos silencios que enmudecen, ensordecen y desbordan a algunas familias, sobre esos vacíos que a veces inundan los afectos. Y sobre la identidad, ¿Quiénes somos? ¿Cómo nos ven los demás? ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?
Cuando todavía vivía con ella y nos quedábamos solas en una habitación, a mi madre le costaba hablarme. Me miraba raro y no decía nada. Yo no me sentía responsable de tener que generar ninguna charla: era la hija, era una niña. Así que nos quedábamos ahí quietas, estirando el silencio hasta que yo me aburría o me dormía, y ella aprovechaba para irse.
● De forma más superficial se tocan otros temas como la inmigración, el sentirse extraño en un país que no es el tuyo, el vecindario, esos molestos e insoportables vecinos que todos hemos sufrido en alguna ocasión, el cuidado a los demás, por las mujeres, porque salvo raras excepciones son ellas las que cargan con todo el peso de la atención y cuidados a los padres, ancianos, niños, animales. Y la pérdida de esa placentera rutina en la que nos dejamos envolver, en la que diariamente nos sumergimos y que puede desaparecer por arte de magia en cualquier momento. Una bendita rutina que no valoramos lo suficiente cuando la tenemos, pero que echamos tanto en falta cuando se nos ha ido.
✔ En esta novela, tanto la forma como el contenido resultan interesantes. La autora escribe muy bien, pero lo verdaderamente destacable, es lo que consigue transmitirnos a través de sus palabras. Por algo Mariana Enríquez ha dicho de ella: «Creo que es la escritora que mejor escribe sobre la intimidad». Es cierto, estoy de acuerdo, hay mucha intimidad en esta obra, en esa voz femenina pensando en voz alta, expresando lo que siente, analizándose, haciendo constante autocrítica de lo que ha sido y está siendo su vida, intentando llegar a ciertas conclusiones.
Me arrepiento de tantas cosas que la sola enumeración se me apelmaza en la frente y me impide pensar. Me arrepiento de haber aceptado el encargo de la vaca, de haberme comprometido con la postulación de la beca, de haber permitido que me endilgaran a una gata necrófila. Me arrepiento de haber conocido a Axel, me arrepiento de haberme enamorado de Axel. Me arrepiento de no haber sido tajante con Susan: ustedes no entran en mi vida, ni en mi casa, ni siquiera en mi sillón. De lo que más me arrepiento es de no haber frenado a mi hermana con su letanía de encomiendas: si repaso todas las cajas que me ha enviado, es fácil darse cuenta de que me estaba preparando para esta última, la del golpe de gracia.
✔ Las preguntas que surgen inevitables mientras dura la lectura ¿La familia debe serlo todo? ¿Lo es todo? ¿Estás obligado a querer a tu hermano, a tus padres, a tus tíos, por encima de todo? No necesito reflexionar demasiado para saber mis respuestas. Para saber que en mi caso no, que para mí hay cosas mucho más importantes en la vida que algunos vínculos familiares. Me llenan más algunas personas con las que no guardo parentesco alguno pero que comparten conmigo mí día a día, personas que diariamente me entregan su cariño, de forma presencial o virtual, porque se puede sentir muy cerca en la distancia y muy lejos en la cercanía. Porque me aportan más esas amigas que me acompañan en el trascurso de la existencia porque quieren acompañarme, no porque se sienten en la obligación de acompañarme, porque la obligación, cuando no sale de dentro, termina matándolo todo, lo sé por experiencia.
Con qué rapidez se hace pedazos la cáscara de una rutina. Cualquier rutina, por sólida que sea, es arrasada por lo imprevisto.
¿Os recomiendo leer esta novela? por supuesto, porque esta lectura ha sido para mi otro gran descubrimiento más que estoy encantada de poder compartir con tod@s vosotr@s, porque me ha durado un suspiro y porque corroboto estas palabras de Leila Guerriero que describen a la perfección lo que he percibido, «Margarita García Robayo es un sofisticado sistema de capas… Tiene elegancia, tiene perfidia narrativa. Tiene un mundo dentro de la cabeza, y es un mundo complejo, lleno de aristas, de contrastes». ¿No os parecen suficientes motivos?
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:
¡Hola, Marian! Me ha encantado leer tu reseña y es que esta novela, tiene varios puntos interesantes, como la ambientación y toca temas duros como la inmigración y los lazos familiares. Yo opino igual que tú, no creo que uno esté obligado a querer y seguir junto a integrantes de nuestra familia, que no nos aportan nada bueno, que incluso nos hacen daño y nos hacen sentir mal, por lo que prefiero alejarme de ellos y ser feliz. Muchas gracias por la reseña de este libro tan interesante. Espero tengas una linda semana. ¡Besitos!
ResponderEliminar¡Hola Marita!
Eliminarestamos de acuerdo sí, es un tema controvertido pero veo que como yo, lo tienes claro. A reflexionar sobre estas cosas te lleva esta novela, muy interesante, te la recomiendo y me alegra que te haya llamado la atención
¡Besitos!!
¡Hola, Marian!
ResponderEliminarQUIERO leer esta novela, me encanta todo lo que nos cuentas en tu reseña.
No conocía a la autora, eso que es colombiana, nacida en un país prácticamente hermano.
La cubierta del libro me gusta mucho :)
Los temas que trata son candentes, sin duda que su lectura lleva a una profunda reflexión y entiendo tu punto de vista 😍
Te cuento que en Venezuela también se le conoce como “encomiendas” a las cajas que los emigrantes envían a sus países con regalos para los familiares.
Debido a "nuestros problemas" esas cajas se siguen enviando, un poco menos ahora, pero hace un par de años atrás, prácticamente vivíamos gracias a esas cajas que nos enviaban desde el exterior :(
Me ha encantado tu reseña, muy completa y muy sentida, imposible negar que Margarita García Robayo te ha fascinado con su encomienda ;)
Un gran abrazo.
¡Pues sí, mi querida Mariana!
EliminarTIENES que leerla, sí o sí, esta es de las tuyas, de las nuestras, sin duda. Pensé mucho en ti mientras la leía e imaginaba que en Venezuela el término "encomienda" sería del mismo significado sé que ahora no es tan fácil recibirlas, una pena.
Sí, Margarita García Robayo me ha fascinado y me alegra saber que conseguí transmitir mi fascinación por la autora y esta novela que repito, no te puedes perder
¡Un beso enorme!!!
Según voy leyendo tu reseña recuerdo ¿Ha muerto mamá? de Vigdis Hjorth. No se parecerán en nada porque una colombiana y una noruega poco tienen que ver, pero ese no hablarse con la madre y poco con la hermana, no podía dejar de sugerirme esa novela.
ResponderEliminarLa verdad es que en tu blog he descubierto varias autoras sudamericanas muy interesantes. Anoto esta también. Ya sabes que la familia como tema literario me fascina. hay un restaurante en un pueblo de León muy bueno que se llama La Encomienda. En pleno Camino de Santiago.
Un beso.
¡Hola Rosa!
Eliminarentiendo que te venga a la cabeza la novela de la noruega, pero nomo bien intuyes no tienen nada que ver, ni el estilo ni siquiera en la trama, totalmente distintas, aunque el tema común de las relaciones familiares sí, eso sí. Creo que esta novela te fascinaría y me alegra que la lleves anotada. Curioso lo del restaurante La Encomienda, me parece un nombre original
Un beso
Para comenzar diría que por fin ya no distinguimos el sexo de los autores al enfrentarnos a una obra artística. Al final en eso consistía la igualdad o el feminismo, claro. A mí me pasa exactamente lo mismo. Ha coincidido que las pelis que más me han llenado de un tiempo a esta parte son realizadas por mujeres y lo mejor es que es pura coincidencia en la elección. Respecto a la novela de hoy seguro que me gustaría pues la prosa de la autora más el tema de las relaciones familiares siempre me han llamado la atención. La sangre al final no es más que un fluido.
ResponderEliminarBesos, Marian.
¡Hola Miguel!
Eliminarla verdad es que yo nunca he elegido o me he decantado por una lectura en base al sexo del escritor, y esa coincidencia que a ambos nos ha pasado (a mi con libros, a ti con pelis) pues es cuanto menos curiosa, porque al final del año las lecturas de autoras doblan últimamente las de autores. Es genial que como dices, hoy en día los lectores ya distinguimos el sexo al enfrentarnos a una obra artística.
Cierto, no podría haberlo expresado mejor, la sangre es solo eso, un fluido
Besos
Pues me descubres a la autora y desde luego me has dejado con ganas de leerla. Yo tampoco necesito reflexionar mucho ante esa pregunta. Hay personas a las que siento más cerca que a miembros de mi familia. No debería haber obligaciones, pero al final las tenemos. Sobre todo, por no hacer daño a personas que sí queremos y que sabemos que, si nos alejamos, van a sufrir mucho. Pero bueno, esa es la vida...
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola!!
Eliminarque cierto lo que dices..., las relaciones no deberían ser obligatorias, pero el pretexto de la sangre parece que lo perdona todo
Me alegra haber despertado tus ganas de leerla
Besotes!!
Alguna vez me he preguntado si la familia te quiere por una especie de obligación y no por ti mismo, si ese amor incondicional y esa lealtad que se supone ha de haber entre sus diferentes miembros no es sino algo autoimpuesto que nos inculcan desde bien chiquitos, incluso puede haber en ello algo de presión social. Sin duda es un tema interesante.
ResponderEliminarEn cuanto a Margarita García Robayo, la descubrí de forma casual hace ya varios años. No sabía nada de ella hasta que me encontré con su novela Lo que no aprendí en la biblioteca de mi barrio y decidí llevármela a casa. Tengo muchas cosas ya olvidadas de ella, pero recuerdo que también estaba muy presente la familia y la vuelta a la infancia. También recuerdo que ese primer encuentro con la escritora colombiana me dejó muy buen sabor de boca. Tal vez sea hora de ir a por un segundo encuentro.
Besos
¡Hola!
Eliminaryo antes me lo preguntaba, ahora pienso que hay de todo, todo tipo de casos. Seguro que hay miembros de nuestra familia que nos quieren por cómo somos, porque somos importantes para ellos y con los que hay empatía y cariño verdadero. Pero tengo claro que otras veces no es así, que hay como un esfuerzo por mantener a flote algo que no hay por donde pillarlo, por obligación porque forma parte de la familia. Mi forma de ser un tanto especial, me lleva a estar unida a algunos familiares que me demuestran que les importo de verdad y a alejarme de aquellos con los que tengo claro que no, o porque sé que yo a ellos no les importo o porque ellos no me importan ni me interesan a mi.
En fin, que me alegra mucho saber que ya cataste la prosa de esta colombiana, creo que La encomienda te puede gustar mucho. Yo también me animaré con Lo que no aprendí, porque tengo claro que yo a esta autora voy a seguir leyéndola
Besos
Hola otra vez. ¿Y yo por qué me había perdido esto?
ResponderEliminarFíjate que yo la palabra siempre la he usado pero más bien como recado, misión. Es que me hace gracia, me suena como antigua.
En fin, que me encanta lo que cuentas porque estas miserias familiares me ganan como tema literario,me lo paso muy bien escarbando y levantando alfombras para ver qué hay escondido.
A ver lo que lían estas dos mujeres. No conocía el libro, seguro que el título me hubiera llamado la atención pero también es cierto que Anagrama es la reina de los destripar en la sinopsis.
Otro para la saca.
Y sí, la sangre solo no es suficiente para general sentimientos de apego y cariño, hay que trabajarlo también aunque es más fácil porque hay una predisposición y también más difícil de dejar atrás cuando no funciona incluso si nos hace daño.
Besines
¡Hola!
Eliminares verdad, también suena a recado, misión, tiene distintos significados. Creo que esta novela te puede gustar mucho, está muy bien escrita y hay mucha miseria familiar en ella. ¡Anímate!!
El título llama la atención y la cubierta a mí también me resulta atrayente. Respecto a lo de la sangre..., pues sí, lo de la predisposición es cierto, pero es que a veces no hay ni predisposición, porque es como que se sobrentiende que todo tiene que ir de un modo y no hay esfuerzos por mantener los lazos.
En fin, tema complicado.
Besines
No las tenía todas conmigo, pero conforme he ido avanzando en la reseña me has ido convenciendo, así que me lo llevo apuntado. Yo también soy de esa opinión, pues siento más cerca a personas que están en mi día a día que a miembros de mi familia (y si hablo de animales ya mejor me callo, a esos los tengo en una escala superior de estima, están arriba del todo, y sé que mucha gente no me entendería con esto). Pues nada, lo dicho, como de costumbre, al final acabas enredándome. ^^
ResponderEliminarUn beso ;)
¡Hola Ray!
Eliminarpues coincidimos entonces también en lo del tema family y sabes que respecto a lo de los animales, yo lo entiendo perfectamente. Yo sentí mucho mas la muerte de mi perro o mi gato, que la de algunos miembros de la familia (la de algunos, no todos, claro). Me alegra haberte enredado, porque es un libro peculiar y creo que lo disfrutarías
Un beso!
¡Hola, Marian!
ResponderEliminarLas novelas con la familia de fondo me gustan mucho y esta parece tener todos los ingredientes adecuados. Además, está ese misterio del pack que le envía a la hermana. Y ya sabes que a mí estas cosas también me gustan mucho ja,jajajajajajaja
Qué bien que tengas tanta suerte con los autores que descubres. Que siga la racha!
Un beso!
Sí Laura, aquí la familia es el fondo, las relaciones entre los miembros de las familias, entre hermanas, entre madre e hijas, y además escrita magníficamente bien, con un estilo muy especial
EliminarEso espero, que siga mi racha lectora!!!
Un beso!