Jamás me ha salido al paso un peatón ni un motorista, pero los ciervos los recuerdo bien. Llegaron sin avisar. Yo también frené para esquivarlos, y aún recuerdo mi temblor mientras contemplaba su paso elegante y bello hacia la urbanización. Mi camionero no tuvo la misma suerte que yo. También a él le llegó todo sin avisar. Aún me estremezco al recordarlo.
Los conductores jóvenes, los inexpertos, no lo saben. Les puede el impulso de ayudar y muchos mueren por salvar a un ciervo, a una vaca, a un peatón. Pero los camioneros viejos y experimentados saben que si algo te sale al paso es mejor no apartarse, no frenar, mantenerse firme.
Los conductores jóvenes, los inexpertos, no lo saben. Les puede el impulso de ayudar y muchos mueren por salvar a un ciervo, a una vaca, a un peatón. Pero los camioneros viejos y experimentados saben que si algo te sale al paso es mejor no apartarse, no frenar, mantenerse firme.
Berna González Harbour (Santander, 1965) es periodista, analista política y colaboradora cultural. Subdirectora de EL PAÍS, donde ha trabajado en la sección de Opinión, anteriormente ha sido Editora de Babelia y enviada especial a numerosos países en conflicto. Escribe en Cultura, Babelia y Opinión, colabora en la revista cultural Zenda y participa habitualmente en la tertulia de Hora 25, en la Cadena Ser.
Actualmente es autora de varias novelas; "El sueño de la razón" (Destino, 2019) cuarta entrega de la saga "comisaria Ruiz", precedida por "Las lágrimas de Claire Jones" (Destino, 2017), Finalista del Premio Dashiell Hammett 2018 , "Margen de error" (RBA, 2014) y "Verano en rojo" (RBA, 2012). También ha escrito "Los ciervos llegan sin avisar" (RBA, 2015) y recientemente "El pozo" (Destino, 2021)
Elegir un buen título es importante, claro. Y “Los ciervos llegan sin avisar”, ese título fue lo primero que me llamó la atención cuándo me encontré de cara con la novela. Supe después de leerla que, en este caso, más que una pista sobre algo relacionado con el argumento, es una idea recurrente que tiene la protagonista, una duda que siempre hay en medio de sus pensamientos y la asalta de vez en cuando:
He visto una señal con la imagen de un ciervo saltando y he recordado la frustración que esta siempre me provocó: posible presencia de ciervos durante los próximos tres kilómetros. Jamás vi ninguno en el perímetro aludido y siempre me pregunté: ¿Y por qué tres kilómetros? ¿Acaso no pueden echarse a correr un poco más y aparecer a los cinco, diez o veinte kilómetros? ¿Y por qué solo ciervos y no liebres o zorros, que sí me he cruzado?
Después escuché por ahí o leí algo muy curioso que también influyó a la hora de elegir esta lectura, que ya os adelanto me ha gustado mucho y me ha enganchado por completo: en una entrevista, la autora contaba que hay algo de realidad en el argumento, ya que está basada en un suceso que le ocurrió veinte años antes de ponerse a escribir la historia, cuando conduciendo por una carretera solitaria se encontró de repente con un hombre tirado en medio de la vía, gravemente herido tras haber sufrido un accidente con su camión. Berna, que entonces no tenía teléfono móvil, estuvo junto al hombre, hablándole y reconfortándolo hasta que llegó la ambulancia y, luego, no volvió a saber nada de él. Eso fue el germen de la novela, el verdadero detonante de la misma.
Ella misma nos cuenta: “Siempre me quedé con el interrogante de si alguien le esperaba, y de si esa persona querría saber que yo le hablé, que le atendí. Tampoco supe si murió” y que quiso resolver esa incógnita a través de las pesquisas de Carmen, su protagonista.
La trama sin spoiler
Carmen no pasa por un buen momento, divorciada, con un hijo pequeño al que adora, economista en paro después de que el banco en el que trabajaba quebrase y que su jefe y amante Miguel, le pusiera de patitas en la calle tras múltiples engaños y falsas promesas. Ha pasado de tener éxito, reconocimiento y dinero, a perderlo todo.
Últimamente parece que le viene mucho a la cabeza un accidente que presenció hace veinte años en una carretera de su pueblo: su brusco frenazo, el cuerpo agonizante del camionero tendido en medio de la calzada en esa recta infinita y al fondo del precipicio, su camión destrozado. No pudo hacer gran cosa por él, tan solo cogerle la mano, escuchar su respiración estertórea y agitada, y acompañarle en esos duros momentos.
Al verle yo había frenado bruscamente en el arcén, me había bajado del coche y le miraba en cuclillas sin entender de dónde había salido. Allí no había nada que lo pudiera explicar ni nadie que le pudiera ayudar. El silencio de esa recta estaba roto únicamente por el susurro de plumeros agitados por el viento. Lo observé. Era un hombre joven, fuerte y de apariencia ruda. Era robusto, sin ser gordo, y de espaldas recias. Estaba extendido cuan largo era, boca arriba, como si el cansancio le hubiera vencido de repente y se hubiera acostado sin más a echar la siesta. El hombre estaba aún vivo pero, si ese no era acaso su último aliento, debía de ser el penúltimo.
Además, nunca olvidará la imagen de esa mujer menuda en bata y zapatillas que llegó corriendo desde una casa lejana, alzando los brazos, gritando y sollozando angustiosamente y esa silueta que creyó ver agazapada, como escondiéndose, entre los campos de plumeros.
¡Mi hijo! ¡Mi hijo! —Entendí al fin el grito de la señora, que se presionaba ambos lados de la cara con las manos mientras no lograba contener el llanto.—¿Es su hijo? —le pregunté señalando la camilla ya subida en la ambulancia.Ella no me escuchaba. Era muy menuda, pero con una fuerza que no se le adivinaba me agarró por los hombros y empezó a zarandearme mientras me miraba a los ojos como si yo ocultara una respuesta.—Lo he visto todo, lo he visto. ¿Dónde está mi hijo? Dime, ¿dónde está?
Pero también recuerda perfectamente que cuando la ambulancia se lo llevó, el hombre aún seguía vivo y que allí quedó su paquete de Ducados aplastado en el suelo con una pequeña foto de carné que ella cogió disimuladamente y que aún conserva: unas uñas bonitas, una mano pequeña de mujer sujetando en brazos a un bebé, un niño rollizo y sonrosado que debía de tener varios meses. ¿Su mujer y su hijo tal vez?
Saqué la foto situada entre el plástico y la cajetilla. Había pasado un tiempo y había perdido color, pero la mirada de un niño sonriente exhibiendo con orgullo su único diente seguía apelando a mi memoria olvidadiza.
Arruinada, con demasiadas facturas que pagar sin cuenta corriente de la que tirar, y con una demanda de custodia por parte de su exmarido que le quiere quitar a su hijo Marcos, quizás ha llegado el momento de mirar atrás, de volver a ese lugar, a esa interminable recta y averiguar qué pasó con el camionero y a ser posible devolverle su foto. Así que aprovechando que su hijo va a pasar siete días con la familia de su padre, no se le ocurre nada mejor que hacer que regresar allí e investigar. ¿Habría conseguido salir adelante? ¿Qué fue lo que le ocurrió para tener que dar un volantazo en una recta de total visibilidad y salirse de la carretera? ¿Quizás se quedó dormido?
Y sin embargo, aquí estoy, conduciendo hacia el norte, rumbo a la recta imprecisa que no sé si aún existe, en busca de un camionero que seguramente falleció hace veintidós años dejando viuda y un hijo sonriente en algún lugar aún más impreciso del mapa; y en busca de un campo de carrizos de la pampa, una gramínea invasora comúnmente conocida como plumero, donde se perdió la sombra escurridiza de otro ser. Es exactamente eso lo que voy a hacer. Desandar.
Una vez en el pueblo, se reencuentra con la mujer menuda vestida de negro, a la que todos llaman “La Loca”e indagando un poco, descubre que en esa misma recta hubo otro grave accidente en el que un motorista murió en extrañas circunstancias que fueron encubiertas por intereses personales y sospecha que los lugareños saben más de lo que callan. Conoce a Daniel, el dueño de la gasolinera con una hija adolescente que le ayuda en el negocio, por el que sentirá una atracción instantánea. Él le ayudará con sus pesquisas.
Tirando y tirando del hilo, la historia avanza, los personajes se entrelazan, pasado y el presente también parecen juntarse y lo personal se mezcla con la investigación sobre el accidente. Poco a poco van surgiendo las respuestas a tantas preguntas, a tantas incógnitas.
Los puntos fuertes de la novela
A veces, solo se avanza retrocediendo
Carmen recuerda a menudo los consejos que le daba su tío cuando la enseñaba a escalar con quince años, como la ayudaba a buscar los puntos de fijación en la roca, a buscar esas fisuras sobre las que agarrarse en el ascenso. Y cómo a veces, en la roca, al igual que en la propia vida, las hendiduras, los anclajes, han quedado detrás y la única solución para acceder a ellos es ir hacia atrás y volver a empezar.
Eso hace ella, retroceder. Su punto de partida elegido es esa cuenta pendiente del pasado, ese accidente que que nunca ha podido olvidar y en su nuevo comienzo, tiene la suerte de cruzarse con Daniel, un hombre bueno y honesto. ¿Quién le iba a decir a ella que podría volver a enamorarse?
El pueblo, un personaje más
El Pueblo sin nombre en el que sucede el accidente, se presenta como un lugar hostil al regreso de Carmen, y sus habitantes también. Parece que no ven con muy buenos ojos que llegue una intrusa haciendo preguntas incómodas y hurgando en ese silencio que parece envolverlo todo, ahondando en ese secretismo mantenido durante todos esos años.
Estoy bien respirando aire de pueblo, sentada junto a unos ganaderos cejijuntos que, vale, parecen unos hijos de puta y a saber qué ocultan, pero a su manera son auténticos, no fingen nada, no simulan historias, a nadie quieren camelar.
La crisis como telón de fondo
La novela está ambientada en 2014, en una España que no ha conseguido todavía salir de la grave crisis económica en la que lleva años sumergida: altas tasas de paro, gran cantidad de negocios en la quiebra, desahucios por todas partes, como le ocurrió a Carmen, que de la noche a la mañana se quedó en la calle, sin trabajo, con una hipoteca que pagar y un niño a su cargo que alimentar.
Machismo y violencia psicológica de género
La propia Carmen sufre el chantaje psicológico y emocional de su exmarido Julián, con sus comentarios para picarla y poniendo a su hijo en contra de ella, con sus constantes amenazas y discusiones sobre la pensión del niño. Porque al fin y al cabo es lo más fácil para intentar hacerle daño a ella, utilizar al niño como arma emocional, lo que viene siendo la "violencia vicaria" (algo que por desgracia es cada vez más frecuente).
Ya ves. Tú verás. Hemos colgado. Ten cuidado. Ya ves. Por algo será. Esas frasecitas me matan, manipula al niño y me quiere manipular a mí. Y me quedan demasiados años soportándole, muchos más que los que duró la felicidad.
También ha sido amenazada y controlada por el que creía hasta hace nada su pareja, Miguel, pero ahora se siente libre.
Yo soy libre, aunque yo jamás lo hubiera visto así. Me cuesta identificar mi relación de pesadilla con Julián como de libertad. Su control, sus amenazas, sus llamadas. También la que he tenido con Miguel. Su engaño, sus artimañas, su preocupación repentina por mí ahora que se ha quedado solo. Y, sin embargo, es verdad. No debo nada a ninguno. Estoy sola. Soy libre. Suena suficientemente bien.
Además, la mujer del dueño del hostal en el que se hospeda Carmen y la anciana mujer menuda de la casa cercana a la recta, les tienen miedo a sus maridos, se dejan humillar y dominar.
Resumiendo: "Los ciervos llegan sin avisar" es una novela negra bastante peculiar porque no tiene asesinatos sangrientos, ni violencia y no hay investigadores profesionales. Aquí quién investiga es la protagonista de la historia, una mujer normal y corriente que solo desea saber qué ocurrió con algo que presenció en el pasado. También es un drama social, porque contiene bastante crítica y denuncia social de fondo. Bien narrada, con una prosa directa, potente y buenos diálogos, la autora plantea entre otras cosas, como el pasado sin resolver siempre regresa, que nunca hay que perder la esperanza porque el destino a veces puede girar de forma radical y depararnos gratas sorpresas y también nos lleva a reflexionar sobre esos padres separados cuya prioridad no es el bienestar de sus hijos, sino dañar y hacer sufrir al máximo a su expareja.
Mi nota es la máxima:
A Bárbara González Harbour solo la conozco en su faceta de entrevistadora a otros escritores, pero no he leído su obra. Lo que dices sobre esta novela negra resulta muy sugerente; sin truculencias, sin investigador profesional, sin violencia... tiene mucho mérito escribir una novela negra de esa manera.
ResponderEliminarLos títulos son muy importantes, como bien señalas, de hecho los editores suelen sugerir a sus escritores muchos cambios en ese sentido, muchas veces tienen mejor olfato que el escritor para posicionar un título atrayente, y en publicidad existe un especialista dedicado casi en exclusiva a los títulos (o el claim) que en el gremio denominan el "copy".
Cuando he tenido la desagradable experiencia de ver un fallecido en la carretera siempre me pongo a pensar... una mañana cierras la puerta de tu casa, has dado un beso a tu mujer o hijos, o madre, y sales sin saber que serán los últimos instantes de tu vida.
Muy buena reseña, Marian ;)
Un abrazo!
¡Hola Paco!
EliminarYo tampoco sabía que Berna había escrito novelas y que curioso lo que me cuentas de los títulos de las obras, lo desconocía, pero vamos que no me extraña nada que hayan especialistas dedicados solo a eso, los copys.
Y que cierto lo que comentas, un buen día sales de casa y saber..., a mi hace tiempo que no me pasa, lo de encontrarme fallecidos en un accidente, es muy desagradable y son días que no se olvidan fácilmente
¡Un abrazo para ti Paco y gracias por tu visita!!!
Qué razón tienes en lo de que es importantísimo un buen título para una novela, al menos un título que te haga fijarte en ella, a mí me pasa continuamente.
ResponderEliminarSon muchos los temas que trata y no son temas fáciles, incluso podría haberme echado para atrás pues no estoy ahora en mi mejor momento, ni personal ni lector, pero no sé será tu forma de contarlo (que por cierto me encanta cómo haces las reseñas ahora) pero no lo voy a rechazar, te soy sincera, no voy a ir a por él ya mismo pero no le digo que no.
Como ya te he dicho, la reseña magnífica.
Besos 💋💋💋
¡Gracias Yoli!!
Eliminarme encanta que te encanten mis reseñas, soy de las que me gustan los cambios y a veces los necesito, era hora de cambiar un poco el estilo para reseñar
Me parece bien que no te cierres a este título, ya que aunque los temas que toca son durillos, en general te diré que la novela no se hace nada dura. Pero bueno, ya sabes que hay un libro para cada momento y un momento para cada libro
Besos
No tengo perdón, Marian. A estas alturas y aún no he leído nada de Berna González Harbour. Tengo que ponerle remedio como sea. esta novela de título atractivo puede ser una buena ocasión para solucionar esta carencia, ¿no crees?
ResponderEliminarLa historia me atrae y conocer la faceta de escritora de esta periodista también me llama.
Gracias por explicar tan bien en tu reseña la trama de esta narración.
Un beso
Bueno Juan Carlos, no te fustigues, yo ni siquiera sbaía que era escritora y por desgracia no es demasiado conocida en esta faceta Creo que sí deberías leer a esta autora y esta novela sería un buen comienzo.
EliminarSi te animas, me encantará leer tu opinión sobre ella, espero que te guste
Un beso
¡Hola, Marian!
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo en que la elección del título -y de la portada- son cosas, que aunque no fundamentales, ayudan mucho a buena presentación de la obra propuesta. Por otro lado, ese pasado si resolver siempre me ha parecido un tema ideal para inspirar buenas novelas o películas. Muy apetecible el libro tanto por tu delicada reseña, como por todas las temáticas que se abordan.
Beso y que pases un bonito fin de semana.
¡Hola Miguel! De acuerdo totalmetne contigo, además del título es importante la cubierta (aunque se dice portada, en realidad no lo es, la portada es otra parte del libro, te lo dice una bibliotecaria) Y me alegra que la novela te haya parecido apetecible
EliminarBesos y feliz finde para ti también
De esta autora leí hace un par de años Las lágrimas de Claire Jones y me gustó mucho, tanto por su historia como por su forma de contar. Tomo buena nota de ésta, que, por lo que cuentas, me parece que incluso la supera.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola Margari!
EliminarLas lágrimas de... creo que forma parte de la saga de la comisaria Ruiz, y todo el mundo habla maravillas de ella. Yo, porque las sagas me dan mucha pereza, que si no me ponía con ella.
Solo puedo decirte que te animes co esta
Besotes!!
Es verdad que el título llama la atención. Y más allá de averiguar qué sucedió con aquel camionero de aquel accidente veinte años atrás, la novela parece tener un contexto muy interesante.
ResponderEliminarBesos
Sí, Lorena, no es solo el tema del accidente, hay mucha más tela de fondo, es interesnte
EliminarBesos
Hola. Confirmado. Me gusta mucho lo rara, peculiar que es. Y que se hagan thriller y cosas de novela negra para gente como yo que tenemos mal aguante para las cosas detalladas.
ResponderEliminarMe sobra y agradecería que no hubiera esa parte de violencia por parte de sus parejas tanto ex como el actual pero bueno, los alicientes me siguen pesando más.
Sigue al principio de la lista, a ver si se animan en la biblio.
Besines.
¡Hola!
EliminarEste creo que te podría gustar, porque la violencia es psicológica no física, es más chantaje emocional y no hay malos tratos físicos. Y luego está la pareja que forman David y Carmen
Anímate y si no la llevan a la biblio, puedes hacer una desiderata para que la bilio la compre
Besines!!
Me alegro de que te gustara. A mí me gustó mucho también. Trata temas muy interesantes y tiene una trama con su punto de intriga que está muy bien. Me gustaron mucho los personajes y ese pueblo que por momentos me sonaba. La autora es de Cantabria y la novela está ambientada por aquí.
ResponderEliminarUn beso.
¡Hola Rosa!
Eliminarno tenía ni idea de que la habías leído, de hecho me acabo de pasar por tu blog para ver si encontraba la reseña, no recordaba haberla leído. Me alegra coincidir contigo.
Sí, aunque en la novela el Pueblo no tiene nombre, sabía que está ambientada en alguno de Cantabria
Un beso.
¡Hola! No sé si podría llegar a disfrutarlo pero me gustan los thrillers y más si están enfocados de una manera original así que me lo pensaré. Un besote :)
ResponderEliminar¡Hola Marya!
EliminarPues como ya he comentado, es un thriller bastante peculiar y original, así que creo que te puede gustar y más gustándote mucho los thrillers como dices. Si te animas, ya me contarás...
Un besote para ti también
Una novela negra atípica, me encanta el punto de partida y como dices, el título es incitante. La violencia psicológica es tan destructiva que a veces no se necesita más para convertir la vida de alguien en un infierno. La metáfora del escalador me gusta, la apunto. Este verano estoy cargándome de buenas sugerencias lectoras, otra a la lista.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Gerardo! Cierto, la violencia psicológica es demoledora y más si es de forma continuada. ¿Verdad que es chula la metáfora del escalador?
EliminarPues genial que la metas en el petate de lecturas pendientes, ideal para el verano
Un beso
Las novelas negras que más me gustan son precisamente las que no hay asesinos despiadados ni asesinatos con mucha sangre. Si además la narrativa es buena, no se puede pedir más. Gracias, Marian.
ResponderEliminarUn besazo,
¡Hola!
Eliminarpues esta es la tuya, jeje
A mí ya sabes que también me gustan mucho las que tienen asesinatos truculentos y mucha sangre, soy así...
Un besazo!!!
¡Hola, Marian!
ResponderEliminarLa verdad es que no conocía este título, ni a su autora. Definitivamente una trama intrigante y por lo que nos cuentas, un libro que me va a mantener pegada a sus páginas :)
Cada vez que te leo me voy con títulos apuntados, pues toca buscar tiempo para poder leerlos todos... ja, ja, ja.
Por cierto, el título de esta novela me recordó un lindo viaje que hice años atrás, de Seattle al Parque Nacional Yosemite, conduciendo por carreteras que suelen ser transitadas por pumas, osos, ciervos, mapaches, ardillas y lechuzas. Hermosos parajes pero muy peligrosos para los conductores que transitan esas carreteras...
Un gran abrazo y feliz semana ;)
¡Hola Mava!
EliminarSeguro que te tendrá pegada a sus páginas. ¡Quién tuviera todo el tiempo del mundo para leer todo lo que quisiéramos!! ¿verdad?
Por lo que cuentas debió de ser un viaje muy especial, de esos inolvidables, aunque sí es cierto que transitar por ese tipo de carreteras es peligroso, hay que ir con mucho cuidado, pero es tan bonito...
Un beso y feliz semana para ti también
No conocía a Berna, aunque es de Santander, donde yo he vivido bastantes años. De todas formas, el tema me interesa. Yo lo he vivido un par de veces: una en una carretera de Ávila, donde una noche me encontré con una ambulancia volcada y su conductor tendido en mitad de la ruta. Otra vez, en Veracruz, cuando un amigo atropelló un caballo suelto en la carretera. El caballo quedó destripado, y el coche de mi amigo, destrozado (aunque él sobrevivió: se presentó en mi casa a las tres de la mañana cubierto de sangre, pero sin otro daño que el psicológico).
ResponderEliminarBueno, que tengo una lista de pendientes larguísima, pero me animaré con este libro.
Besazos
¡Hola Sorokin! no es una autora demasiado conocida, de hecho ahora mismo no recuerdo como llegó a mi su novela.
EliminarTremendos los dos casos que me cuentas en el comentario, son vivencias desagradables que se nos quedan en la retina y en la mente. Yo, tan extremas creo que no he vivido ninguna y mejor así, la verdad
Besazos!!
¡Hola, Marian! El titulo de este libro fue lo primero que llamó mi atención. No conozco a la autora pero esta lectura trae muchas cosas que me animan a leerla, como por ejemplo que está basada en una experiencia real. Muchas gracias por tan buena reseña. ¡Un besito!
ResponderEliminar¡Hola Marita!
EliminarEse título incita a leer, es verdad, es lo primero que entra y también es cierto que el hecho de estar basada en un hecho real, que haya realidad en el argumento también es otro aliciente más
¡Un besito!!
Muy interesante y me gustaría leerla.
ResponderEliminarGracias por la reseña.saludosbuhos 😊
Hola, Marían. Me gusta el libro que nos traes, es mi género preferido y lo tendré en cuenta, aumenta mi interés por no haber leído todavia a esta escritora. Mil gracias.
ResponderEliminarBesos y felices lecturas.
¡Hola Carmen!
Eliminarsé que es un género que te gusta mucho, así que seguro lo disfruta y más como dices que no conoces a la autora
Besos y felices lecturas para ti también
Esta la dejo pasar. Aunque me gusta su trama, no me seduce tanto como otros libros que tengo acumulados. Igualmente disfruto leyéndote, una reseña estupenda.
ResponderEliminarFeliz finde ;)
¡Hola Ray!
EliminarAl final tenemos listas tan largas que hay que guiarse por las preferencias, ser muy selectivo, yo también lo hago.
Me encanta tenerte por aquí
Feliz finde para ti también
¡Hola, Marian! Por fin encuentro un hueco entre tanta corrección de exámenes y redacción de notas. ¡Me encantan los libros de suspense que siempre nos traes! En esta ocasión, me parece súper interesante como una historia real que quedó inconclusa, puede quedar "cerrada" a través de la escritura de una novela. El título me ha llamado mucho la atención y, una vez que me he puesto a leer tu reseña, me ha quedado claro que es una historia que vale la pena :)
ResponderEliminar¡Un beso!
¡Hola Laura!
Eliminarya imagino que estarás liada con las notas, gracias por buscar un hueco para visitarme y me alegra que la novela te haya llamado la atención
¡Un beso!