Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


28 de abril de 2022

“LA OSCURIDAD QUE CONOCES” de Amy Engel

Cubierta de la novela de Amy Engel, psicologica, suspense
Lo cierto es que no hay forma fácil de ser una mujer en este mundo. Si te expresas, si dices que no, si te mantienes firme, entonces eres una bruja y una arpía y todo lo que te pase es merecido. «Te lo has ganado a pulso».

Pero si sonríes, dices que sí, sobrevives a base de buenos modales, eres débil y estás desesperada. Un blanco fácil. Una presa en un mundo de depredadores. No hay opciones seguras para las mujeres, no hay decisiones que no terminen volviéndosenos en contra.


23 de abril de 2022

“UNA FAMILIA NORMAL” de Mattias Edvardsson

Cubierta de la novela de Mattias Edvarsson, psicológica, policiaca, suspense
Los hijos son un trabajo de jornada completa. Primero son bebés y esperas que se hagan autónomos, te preocupa que se atraganten o se caigan de morros, luego llegan los años de parvulario y te preocupas porque ya no los tienes cerca, que vayan a caerse de un columpio o que el siguiente control pediátrico no vaya bien.

Luego empiezan el colegio y te preocupa que no vayan a seguir el ritmo de la clase o que no hagan amigos. Toca hacer deberes y montar a caballo, jugar al balonmano e ir a fiestas de pijama. Empiezan el instituto y aparecen más amigos, fiestas y conflictos, charlas con el tutor y hacer de taxista. Te preocupan las borracheras y las drogas, que se junten con malas compañías. Los años de la adolescencia pasan como una telenovela, a ciento noventa kilómetros por hora. Hasta que, de repente, te ves con una hija adulta y te crees que ya no vas a tener que preocuparte más.


13 de abril de 2022

"EL CORAZÓN DE LOS AHOGADOS" de Daniel Fopiani

Cubierta de la novela de Daniel Fopiani, suspense, psicológica, isla de Alborán
Al fondo del sendero descubrió algo que le llamó la atención. No era extraño ver gaviotas deambular por el pequeño cementerio de la isla; todo lo contrario: la piedra gris y desalmada de las lápidas permanecía nevada de plumas y cagadas avícolas. Pero la congregación de aquella mañana en el camposanto sobrepasaba la normalidad. Además, parecían nerviosas, violentas, como si disputasen entre ellas la carroña más jugosa. Patas, picos y graznidos.

Dio un paso atrás, pero antes de salir corriendo reparó en que lo que veía por el rabillo del ojo no eran puñados de plumas, sino una formación circular de gaviotas muertas rodeando la cabeza decapitada como en un ritual de secta enfermiza​.


7 de abril de 2022

Reseñas 2x1: “SOBREVIVIENDO” de Arantza Portabales y “LOS NOMBRES PRESTADOS” de Alexis Ravelo

Cubierta de la novela de Arantza Portabales, suspense, psicologica
“¿Acaso no era entendible que una madre hiciera todo tipo de sacrificios por su hijo? Esa clase de programas no se ganaban escondida tras una imagen de mujer honorable. La mujer que iba a Sobreviviendo daría que hablar, despertaría sentimientos encontrados, jugaría con su imagen de viuda. Tendría que emplear a fondo todas sus bazas.

Ese día tocaba ser la primera mujer en echar un polvo en directo en una televisión. Quizá al cabo de diez años esto se normalizaría, pero estaba convencida de que esa noche pulverizaría todos los récords de audiencia desde que existían las televisiones privadas, y que eso le garantizaba el apoyo de todos los ejecutivos del canal para ganar ese concurso”



Cubierta de la novela de Alexis Ravelo, policiaca
“El perro surgió del bosque y se plantó en el camino. El chico también se detuvo. Pasaron unos segundos en los que no ocurrió nada. Después, el perro abrió la boca y contrajo los carrillos hasta mostrar los dientes. Cualquier otro que no hubiese sido el chico habría huido o buscado un palo, una piedra, algo con lo que asustar al animal enorme y desconocido.

Pero lo que él hizo fue acuclillarse y fijar la vista en el suelo, mordisqueándose el labio inferior en un ensayo de sonrisa. Entonces, el perro corrió hacia él moviendo el rabo y lo olisqueó. El chico le acarició la cabeza y el cuello, le hizo cosquillas detrás de las orejas. Cuando le dio el primer lametón en la cara, se dejó caer hasta quedar sentado, y el perro se puso a menear el rabo cada vez más deprisa mientras se le echaba encima para lambucearlo a sus anchas. Así fue como empezó todo"