Esta novela bella y triste a la vez, como su título, ha sido una recomendación de una usuaria que solicitó mi ayuda para encontrar libros de este autor japonés, en la biblioteca.
-- Pero, ¿no te has leído nada de él?, me pregunta sorprendida.
Cuando la acompaño a la estantería lo coge, lo pone entre mis manos y me dice:
Cuando la acompaño a la estantería lo coge, lo pone entre mis manos y me dice:
-- Tienes que leerlo, es maravilloso.
Y también a mi me lo ha parecido, aunque se me ha hecho muy corto, me daba mucha pena ver cómo iba pasando las hojas y me acercaba a su final.
Otoko, tan sólo una niña de 15 años y Oki que le dobla la edad, tienen un romance intenso e imposible. Imposible, porque él tiene mujer y una hija, una vida construida. Ambos se enamoran hasta los huesos y ese amor nunca los abandonará, perdurará para siempre en sus corazones.
Embarazada de una niña que muere al nacer y abandonada por Oki, se traslada junto a su madre a Kioto, para intentar rehacer su vida, tras un intento infructuoso de suicidio y se convierte en una famosa pintora de arte abstracto.
Él por su parte también intenta seguir adelante con su vida y alcanza el éxito como escritor con su novela "Una chica de dieciséis" que relata la historia de ambos y que provoca muchos celos en su esposa Fumiko, al corriente de todo.
20 años después vuelven a encontrarse en la celebración del año Nuevo, pero no están solos, ella quiere mantener las distancias y acude acompañada de Keiko, su discípula y amante.
Keiko, que siente una cegadora e incondicional pasión por su maestra, consciente de que el tiempo no ha eclipsado ni un ápice sus sentimientos hacia él, sólo piensa en vengarla, aunque Otoko no quiere venganza.
Urde un meticuloso plan para arruinar la vida de Oki y consigue seducirle, pasando juntos una noche. Luego consigue atrapar entre las redes de sus encantos a su hijo menor, Taichiro.