¿De qué habla este libro tan corto, pero a la vez tan intenso?
De amor, de amargura, de desencuentros, pero sobre todo de un encuentro. Del encuentro entre Chloé y su distante e inaccesible suegro Pierre.
Toda la historia gira en torno a ellos, a su acercamiento, a su "descubrirse" el uno al otro, a través de un diálogo conmovedor entre suegro y nuera, hasta ahora dos perfectos desconocidos afianzando sus lazos de amistad y cariño, puede que únicamente llevados por las circunstancias.
Ella necesita apoyo, su matrimonio acaba de romperse y se encuentra sola con sus dos hijas pequeñas. Y él, que siempre sintió un afecto especial hacia Chloé (y que nunca lo demostró ni exteriorizó), se siente en parte culpable por tanto daño ocasionado por su hijo.
Pierre se las lleva a pasar el fin de semana a su casa de campo y esas noches, al abrigo del fuego de la chimenea, es cuando surgen las confidencias, ese secreto tanto tiempo encerrado y tan bien guardado, que le aprisiona y le ahoga. Él "la amaba". Su nombre Mathilde, y toda una vida echándola de menos, ansiando el momento de poder estar con ella, de compartir minutos, horas, días de existencia. Y consigo, siempre la absoluta consciencia de esa felicidad, que siempre ha estado ahí, al alcance de su mano, pero nunca alcanzada, por su cobardía e indecisión, por no querer complicar su cómoda vida junto a su esposa Suzanne, a la que nunca ha amado...
Y como se dice en la cubierta, "La amaba" es una novela alegre y triste a la vez, un fragmento de vida, una punzante historia de amor, que a mi particularmente, me ha gustado.