Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


14 de mayo de 2017

“MUJER BAJANDO UNA ESCALERA” de Bernhard Schlink


“Una mujer baja una escalera. El pie derecho se apoya en el último escalón, el izquierdo aún toca el escalón superior, pero ya se prepara a dar el siguiente paso.

La mujer está desnuda, su cuerpo es pálido, el vello del pubis y el cabello son rubios y el cabello brilla al resplandor de una luz.

Desnuda, pálida, rubia... Ante el fondo gris verdoso de una escalera y unas paredes difusas, se presenta al observador con una levedad en suspenso. Al mismo tiempo, con sus piernas largas, sus caderas redondeadas y plenas y sus firmes pechos tiene un peso sensual”
Un pintor (Karl Schwind), su obra ("Mujer bajando una escalera"), el dueño de la obra (el millonario Peter Gundlach) y La Mujer que baja la escalera (Irene Gundlach) son los personajes principales de esta novela narrada por el abogado mediador en el conflicto que propicia dicho cuadro.

Es, al observarlo en un museo de Sidney, cuando al narrador le van surgiendo en su mente las imágenes de todo lo ocurrido décadas atrás y el litigio en el que se vio envuelto por aquel entonces. Y empieza a recordar como…

La discordia surge cuando Karl le pide permiso a Peter para fotografiar su obra y éste se niega. ¿Qué motivos podía tener para negarse? Muy probablemente por rabia y celos, y ¿por qué? Muy sencillo: porque Irene abandonó a su marido y se fue a vivir con el artista, la típica historia: pintor pinta chica desnuda, se enamoran y acaban juntos.
No me deja. Dice que a él no le importa ese pequeño desperfecto, que no quiere que yo entre en su casa y que el cuadro no sale de allí

Cuando Karl consigue por fin ver su cuadro, comprueba que está dañado y entonces pretende restaurarlo.
Parece como si él le hubiera pasado un mechero por encima. Es mi cuadro. Tuve que venderlo y ahora está colgado en su casa, pero es mi cuadro. Quiero restaurarlo

Y lo restaura una y otra vez porque después vuelve a estar dañado una y otra vez. Y es que así son los triángulos amorosos (al que se une el propio abogado, siendo tres los hombres enamorados de la misma mujer) amor, odio, envidia, rencor…
Ha vuelto a dañar el cuadro. Trabajé durante dos días en la pierna y al tercer día, cuando iba a terminarlo, encontré una gota de ácido en el pecho izquierdo. El color se ha desteñido, la pintura ha saltado, se han formado ampollas

La disputa finaliza cuando Irene descubre un contrato de intercambio del que ella forma parte cual mera mercancía (su exmarido le devuelve al pintor su cuadro si éste le devuelve a su mujer), un simple trofeo y le propone al narrador huir con él y el cuadro. El muy iluso se lo cree y ella se va sola dejándoles a todos plantados y con un palmo de narices.

¿Volverán a encontrarse los cuatro algún día? ¿Que será de la enigmática Irene ?

10 de mayo de 2017

“EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CORDURA” de Javier Castillo, un thriller con toques románticos


“Llevo más de dos horas conduciendo hacia el fin. Hacia mi final. Mirando atrás, no me arrepiento de ninguna de las decisiones hasta llegar aquí, hasta este mismo momento.

Creo que nadie debería arrepentirse de sus decisiones. Debe aceptarlas, vivirlas, pedir perdón cuando proceda, pero nunca arrepentirse. La vida se compone de momentos fútiles, insignificantes decisiones tomadas por tu yo particular en cada instante, de manera más o menos meditada, pero siempre es uno quién las toma.

Nadie toma las decisiones por uno. Nadie me ha obligado a hacer lo que voy a hacer, pero sí se han dado las circunstancias adecuadas para que mi yo, mi ser, decida acabar con todo hoy”
El día que se perdió la cordura no fue el día en el que la policía detuvo a un hombre desnudo por el centro de Boston un 24 de diciembre, con una cabeza ensangrentada en la mano, no…
Camino por la calle tranquilo, con la cara desencajada y la mirada perdida. Todo parece que va a cámara lenta. Miro hacia arriba y veo cuatro globos de color blanco alzarse alejándose hacia el sol. Mientras ando escucho gritos de mujeres y noto cómo la gente a lo lejos no para de mirarme. A decir verdad, me parece normal que me miren y griten, al fin y al cabo, estoy desnudo, cubierto de sangre y llevo una cabeza entre mis manos. La sangre ya está casi seca, aunque la cabeza aún sigue goteando lentamente. Una mujer se ha quedado paralizada en mitad de la calle al verme. Casi suelto una carcajada al ver cómo se le cae la compra al suelo
La cordura se perdió diecisiete años atrás, en Salt Lake, cuando la familia de Steven (su mujer Kate, y sus dos hijas, Amanda y Carla) acude allí como cada verano a pasar unos días de vacaciones. Steven ya nunca podrá olvidar el día en el que lo perdió todo, y a todos, no solo a Amanda, desaparecida sin más de un día para otro.  
Porque ahí se originó todo. Justo el verano que llegué allí, se desencadenaron una serie de acontecimientos que dieron lugar, años más tarde, a que estemos tú y yo aquí esta noche, en Salt Lake.
Stella Hyden, experta en perfiles psicológicos del FBI, es la policía encargada de interrogar e investigar el conocido como el caso del “decapitador” en el centro psiquiátrico donde está recluido junto al director del centro, el doctor Jenkins.
Su mirada no denotaba arrepentimiento ninguno. Lo que más me ha inquietado, sin ninguna duda, ha sido esa maldita sonrisa
Cuando Jacob, que así se llama el susodicho presunto asesino, decide ponerse a hablar, le contará a Stella su sorprendente historia,  sobre cómo conoció a Amanda, su amada Amanda, su desaparición y de cómo ha intentado seguirle el rastro y lo que ha descubierto en el curso de todos estos años transcurridos desde aquel fatídico verano y de cómo y porque se ha convertido en un “decapitador”, o no…

¿Se conocerá algún día lo que le ocurrió verdaderamente a Amanda?

1 de mayo de 2017

"SERIE SEBASTIAN BERGMAN" de Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt, thriller sueco a cuatro manos.


“Su comportamiento se parecía mucho a la forma de actuar de los asesinos en serie. Resultaba evidente que las consecuencias eran muy diferentes, pero la base era la misma: una infancia difícil con poca empatía y cariño, un gran déficit de autoestima y una enorme necesidad de parecer fuerte.

Y el incesante ciclo que pasaba por la fantasía, la ejecución y la angustia, como una rueda que nunca dejaba de girar.

El individuo necesitaba reafirmarse y concebía fantasías de control, que en su caso eran sexuales y en el caso del asesino en serie guardaban relación con la vida y la muerte de sus semejantes. Las fantasías se volvían tan potentes que al final resultaba imposible resistirse a ponerlas en práctica
En esta saga policiaca, la Unidad Nacional de Homicidios de Suecia, una unidad especial de la Policía Nacional constituída para ayudar a los cuerpos locales en la resolución de los casos más complicados de asesinato, deberá enfrentarse a varios crímenes y asesinos en serie.

Torkel, Billy, Vanja, Úrsula y Sebastian Bergman, un psicólogo criminalista con antaño renombre, pero acabado y hundido en la actualidad, que entrará a formar parte del equipo para ayudarles (y a veces complicarles) con sus conocimientos y experiencia en la resolución de los casos.

Según avanza la trama de las novelas que forman esta trilogía, iremos conociendo las circunstancias de la vida de cada uno de los personajes, sus situaciones personales, desavenencias entre ellos y el porqué de las mismas.