El autor ha querido resaltar:
-- La importancia de “cambiar la forma de pensar“. Hoy sabemos que cambiando la forma de pensar, cambiamos los circuitos cerebrales. También sabemos que las personas ancladas en una mentalidad negativa favorecen la muerte neuronal y que aquellas que han decidido enfocarse en lo positivo, generan nuevas neuronas a partir de células madre cerebrales. Los seres humanos cuando cambiamos nuestros programas mentales más limitantes por otros que lo son menos, modificamos físicamente la estructura de nuestro propio cerebro. Todo ser humano puede si se lo propone ser escultor de su propio cerebro. Una de las cosas más difíciles de hacer es mantener una mente abierta a la hora de explorar algunos conceptos que desafían nuestra forma habitual de pensar. Hay facetas de la realidad que, si alcanzáramos a verlas, nos revelarían muchas cosas que añadirían años a nuestras vidas y calidad de vida a nuestros años.
-- La importancia de “el lenguaje que usamos para con los demás y para con nosotros mismos“. Todos usamos las palabras para interpretar lo que nos sucede. Es a través de nuestras interpretaciones y de las valoraciones de aquellas cosas que nos pasan, como vamos generando nuestras certezas y convicciones que a nivel inconsciente poco a poco, van configurando nuestra identidad, nuestra personalidad. El lenguaje no sólo describe, sino que crea nuestra realidad. Las palabras abren "cajones emocionales" de manera rápida y automática. El tipo de "cajones emocionales" que abren depende de las experiencias que asociemos a esas palabras. Son fascinantes algunos de los estudios científicos que se han hecho para medir el impacto que las palabas tienen en nuestra propia fisiología, en nuestro cuerpo, por producir niveles muy elevados de cortisol en sangre, que a la vez produce cambios muy profundos en el funcionamiento del cerebro y del cuerpo. Por eso, hay que procurar modular los vocablos que utilizamos y que nos decimos a nosotros mismos, porque las palabras tienen un enorme poder a la hora de afectar al tipo de experiencias que creamos en nuestro subconsciente. Las palabras no se las lleva el viento, sino que crean realidades. Busquemos palabras para ayudar y no para anular. Los resultados nos sorprenderán.
-- La importancia de “la respiración “. Los ejercicios de respiración son muy importantes para ayudar a desprendernos de esas corazas emocionales que hemos desarrollado a lo largo de los años. Si sencillamente cerramos un minuto los ojos y nos concentramos en los movimientos de la respiración, incluso contándolos o haciendo unas cuantas inspiraciones profundas, veremos cómo experimentamos unos momentos agradables de calma paz y serenidad. El simple hecho de parar los pensamientos perturbadores que con tanta frecuencia invaden nuestra consciencia, tiene un claro efecto saludable, porque nos produce relajación corporal. Cuando estemos tensos o confusos, lo primero que tenemos que hacer para sentirnos serenos y confiados es tomar el control de la respiración. Las personas que aprenden y practican ciertas metodologías respiratorias mantienen estados de ánimo mucho más positivos que quienes no lo hacen.
-- La importancia de “dormir bien”. Deberíamos dormir un promedio de siete u ocho horas cada día, porque durante el sueño, el sistema inmunitario es especialmente activo, con lo cual patrulla y destruye aquellos agentes nocivos que se han introducido en nuestro cuerpo. Cerrar los ojos entre 10 y 20 minutos después de comer, tiene un efecto beneficioso demostrado en múltiples estudios, mejora el estado de ánimo, la capacidad de concentrarnos, la eficiencia y la salud.
-- La importancia de “perdonarnos a nosotros mismos”. Aprender a perdonarse es un paso imprescindible para sanar las heridas que hay en nuestra alma. Todas esas heridas han dejado un rastro en nuestra memoria. Hoy, gracias a la investigación científica, sabemos que la memoria, en su enorme complejidad, no almacena únicamente el recuerdo de hechos que ocurrieron en el pasado, sino que lo que almacena son sensaciones, emociones, vivencias. El pasado no es algo rígido e inmutable, sino que es tremendamente maleable. Si lo percibimos como rígido e inmutable es porque siempre lo valoramos desde la misma perspectiva, bajo los mismos parámetros. Debemos tener presente que entre cualquier hecho que ocurra y su respuesta emocional, estará siempre nuestra forma de evaluar esa situación.
-- La importancia “aceptar los hechos que nos suceden”. La aceptación o la reconciliación con la realidad, que nada tiene que ver con la resignación, impulsa a la acción, a ser uno plenamente consciente de que sí es capaz de dar una respuesta a lo sucedido y nos abre la posibilidad de buscar el otro lado de la moneda, la oportunidad oculta en dicha situación. Debemos preguntarnos ¿qué puede haber de valor en lo que me está ocurriendo? Como alguien dijo una vez: "si miras al sol no podrás ver la oscuridad”. Decirle sí a la vida, tiene mucho que ver con dejar de adoptar el papel de víctimas, dedicando nuestro valioso tiempo a buscar culpables.
-- La importancia de “renunciar a aquellos sentimientos que sólo nos aportan negatividad”. Reacciones como la ira, el resentimiento, el deseo de venganza, la desesperanza, la ansiedad o la angustia, cuando se mantienen en el tiempo y dejan de ser emociones, para convertirse en estados de ánimo, tienen efectos muy adversos en nuestra salud, dañando nuestro sistema inmunitario entre otras muchas cosas.
-- La importancia de “la meditación”. Si cerramos los ojos y tratamos de mantenernos en el presente, no quedando envueltos en pensamientos o historias del pasado, o en ideas sobre lo que vamos a hacer o nos pueda ocurrir en el futuro. Un sistema eficaz para mantener la atención centrada en el aquí y el ahora, es fijarnos en los movimientos de la respiración, porque la respiración tiene lugar en el presente. Cuando nos demos cuenta de que ya no estamos prestando atención a nuestra respiración, sino que hemos quedado envueltos literalmente en un pensamiento o emoción, la clave es no enfadarse en absoluto ni sentirse culpable, sino con suavidad y a la vez con firmeza, llevar la atención de nuevo a la respiración. El silencio no es la ausencia de sonido sino de ruido. Sólo cuando paramos el torrente de pensamientos que nos bombardea, podemos escuchar esa voz que no surge de la cabeza, sino del corazón.
-- La importancia de “cuidar nuestro cuerpo”. El cuerpo es el inconsciente y por eso cuando usted cuida su cuerpo, cuida su mente y cuando cuida su mente, también cuida su cuerpo.
Para reinventarnos, nos propone además de una buena dosis de paciencia y persistencia, concentrarnos en:
-- La certeza de que ningún hecho, por razonable que nos parezca, puede dar lugar a que albergue en nuestro interior pensamientos negativos, que a su vez pongan en marcha emociones disfuncionales. Para ello cuando notemos que empezamos a albergar algunos de esos pensamientos, debemos hacer una pausa, respirar hondo 3 o 4 veces y evitar de la mejor manera posible que esos pensamientos o emociones nos vuelvan a atrapar. Enfocarnos en lo que queremos, no en lo que tememos.
-- Aceptar las situaciones en las que nos veamos envueltos, abriéndonos a la posibilidad de qué detrás del panorama que estemos viendo ante nosotros en ese momento, hay un espacio nuevo, otra realidad que de momento no llegamos a ver.
--Dirigir nuestra atención de manera radical hacia lo positivo, hacia lo que nos puede aportar dicha experiencia, por mala que nos resulte. Si un pensamiento es tan insistente, o una emoción tan intensa que sentimos que es imposible no quedar envuelta en ellos, en ese caso lo que hay que hacer es prestar atención a las reacciones corporales que nos producen y ponerle un nombre "miedo" "tristeza" "incertidumbre". La clave aquí es no resistirse, ya que el empleo del esfuerzo o la voluntad es contraproducente. No debemos rechazar el pensamiento o la emoción como malos o indeseables, debemos experimentarlos sin juzgarlos, como un explorador que intenta localizar la raíz mas profunda de lo que está experimentando. Veremos como poco a poco se irá disolviendo.
Así conseguiremos:
--Dejar de sufrir: experimentar el dolor, pero no el sufrimiento. Hay dolor cuando hay una pérdida, pero no debemos pensar reiteradamente en una cosa hasta que nos arruine la vida.
--Desapego emocional: experimentaremos la emoción, pero sin quedar atrapado en ella.
--Hacer desaparecer la ilusión del tiempo: sólo existe un presente continuo, sólo está el aquí y ahora.
--Trascender los hábitos, las reacciones automáticas, los patrones habituales de respuesta, que hemos ido creando subconscientemente a partir de sucesos, hechos, emociones sentidas, experiencias. Porque parte de las experiencias que hemos acumulado a lo largo de nuestras vidas, son esenciales para la supervivencia y por lo tanto están muy bien donde están. Sin embargo otras experiencias son profundamente limitantes. Estas son las que más nos interesa conocer y comprender porque, cuando las cambiamos, nuestro cerebro también cambia y se hace más capaz.
La tarea de sobrevivir tiene mucho que ver con la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones, afrontar obstáculos y aprender de los errores
¿Es el milagro el que da lugar al creyente o es el creyente el que da lugar al milagro?
Excelente libro. He leído muchos libros de autoayuda y me he tardado días en leerlos. Con este, por su lenguaje claro y preciso, va a la esencia, y por lo mismo me lo he leído en dos sentadas. Es claro, ameno, con ejemplos fascinantes, y aunque toca temas difíciles, lo hace de manera clara y precisa. Lo recomiendo para el que este batallando por encontrarse a sí mismo, conocimiento y sabiduría que no es fácil de encontrar. Me pregunto: "¿Quién soy yo, que no sé quién soy? Lo que he sido, sólo es una parte de lo que soy"
ResponderEliminarMuchas gracias Zacarías por tu comentario. A mi también me gustó el libro y eso que no suelo leer demasiado de este género.
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