“Escupe el humo hacia el cielo, formando una nube que se junta con las nubes. Hunde los ojos en los míos. Dice: <<Creo que me he enamorado de ti>>.
Dice que se va a fumar otro cigarrillo para celebrar que ha sido audaz, valiente: suena en la oscuridad el chasquido de la cerilla, el olor del azufre se convierte para siempre jamás en el olor de la confesión que alivia, el olor de la realidad indecible que por fin se expresa, el olor de la verdad desnuda, que toma tierra, colocada ante mí como un regalo.”
Dice que se va a fumar otro cigarrillo para celebrar que ha sido audaz, valiente: suena en la oscuridad el chasquido de la cerilla, el olor del azufre se convierte para siempre jamás en el olor de la confesión que alivia, el olor de la realidad indecible que por fin se expresa, el olor de la verdad desnuda, que toma tierra, colocada ante mí como un regalo.”
Una noche, en una fiesta, dos mujeres se conocen por azar. Una, la narradora, vive su rutina de madre soltera y profesora con una pareja circunstancial. La otra es violinista, excéntrica, sensual y culta. Habla y ríe demasiado. Es Sarah.
A partir de entonces se suceden citas improvisadas, almuerzos, conciertos, lecturas, los cuartetos de Beethoven y la primavera en París. Hasta que un día Sarah dice: «Creo que me he enamorado de ti». Y se desata el amour fou, la pasión que quema a cada instante, y que, como ocurre con todas las grandes pasiones, no puede acabar bien.