Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


2 de agosto de 2019

“PEYTON PLACE” de Grace Metalious

Cubierta de la novela de Grace Metalious
"Cuando se levantó y echó a andar nuevamente, el sol estaba en su cénit, y cuando llegó al letrero con las letras rojas pintadas en un lado, no tuvo que protegerse los ojos con la mano para mirar hacia el pueblecito minúsculo que era Peyton Place. 

¡Oh, te quiero! -exclamó silenciosamente. -Te quiero tal como eres. Con tu belleza y tu crueldad, con tu bondad y tu fealdad. Ahora te conozco, y ya no me asustas. Quizá vuelvas a hacerlo, mañana o pasado, pero en este momento te quiero y no te tengo miedo. Hoy sólo eres una ciudad»

Pueblo pequeño, infierno grande. Grace Metalious no sólo desgració la vida de sus vecinos con la publicación, en 1956, de Peyton Place, fenómeno editorial que borró la distinción entre alta y baja cultura cuando confundir ambas cosas aún no estaba de moda. En opinión de muchos, sin este libro no habrían existido Melrose Place y Twin Peaks. Algunos paladines de la utilidad incluso estiman que Peyton Place dio empuje al movimiento feminista estadounidense y ocasión de revisar la hipocresía moral de la época.

Pero gracias a este incordio de libro, Metalious también se ganó la muerte social y, según el parecer de sus biógrafos, la cirrosis que acabaría con ella a los treinta y nueve años. La autora había buscado la fama, y la parábola acaba con sus últimas palabras: «Ten cuidado con lo que deseas, porque podrías conseguirlo».

20 de julio de 2019

“LA MUERTE DEL COMENDADOR” libros 1 y 2, de Haruki Murakami

Cubierta de la novela de Haruki Murakami, bilogía, saga, ciencia ficción


“Observé durante mucho tiempo aquel cuadro titulado La muerte del comendador, colgado en la pared. No me cansaba de contemplarlo. Era una obra que debería contarse entre las más importantes propiedades de algún museo y, en lugar de eso, estaba colgada en un sencillo estudio donde solo yo podía disfrutar de ella. Peor aún. Antes había estado escondida en el desván oculta a los ojos del mundo.

Ese cuadro quería transmitir algo, era como un pájaro tratando de escapar de su estrecha jaula para salir al mundo. Sin duda, algo forcejeaba a la desesperada para salir del lugar donde estaba encerrado. Era algo que reclamaba libertad, un espacio mucho más amplio. Tal vez lo que imprimía esa energía al cuadro era la fuerte voluntad que existía en él, por mucho que no llegase a identificar qué correspondía al pájaro y qué a la jaula.”

En plena crisis de pareja, un retratista de cierto prestigio abandona Tokio en dirección al norte de Japón. Confuso, sumido en sus recuerdos, deambula por el país hasta que, finalmente, un amigo le ofrece instalarse en una pequeña casa aislada, rodeada de bosques, que pertenece a su padre, un pintor famoso.

En esa casa de paredes vacías, tras oír extraños ruidos, el protagonista descubre en un desván lo que parece un cuadro, envuelto y con una etiqueta en la que se lee: «La muerte del comendador». Cuando se decida a desenvolverlo se abrirá ante él un extraño mundo donde la ópera Don Giovanni de Mozart, el encargo de un retrato, una tímida adolescente y, por supuesto, un comendador, sembrarán de incógnitas su vida, hasta hace poco anodina y rutinaria.

29 de junio de 2019

“LENA Y KARL” de Mo Daviau

Cubierta de la novela de Mo Daviau, ciencia ficción
“Entonces Lena señaló mi brazo izquierdo.
¡Oye! –exclamó-. ¡¿Y ese tatuaje?!
-¿Cuál?
-“THE MOON IS A LIGHTBULB BREAKING"

Puso un dedo encima de mi codo, donde las palabras se ensortijaban alrededor de una bombilla rota. Entonces se dio la vuelta y se levantó la camiseta. En la parte inferior de la espalda llevaba tatuado el mismo verso de Elliott Smith, el mismo cantautor muerto, al que era obvio que ambos admirábamos lo suficiente como para grabarnos sus palabras en el cuerpo.

–No pasa nada cada día que encuentres a alguien con el mismo tattoo que tú...
-Solo quiere decir que los dos molamos igual.
Lena se ruborizó y se llevó una mano a la mejilla, y yo me di cuenta de que la chica me gustaba, si no de forma sexual o romántica, por lo menos en plan <<he encontrado a una aliada en este mundo cruel>>"


Los mejores años de Karl parecen lejos. En su día tocó con una banda de culto de indie-rock, pero hoy ve pasar la vida desde sus cuarenta años y desde detrás de la barra de su pub. Cuando descubre un agujero de gusano en el armario de su habitación que le permite viajar en el tiempo, de repente ni la edad ni el tiempo importan. Decide, con un amigo, montar el negocio definitivo: los clientes podrán viajar al pasado para ver su concierto favorito.

Hasta que un día, Karl envía por error a su amigo al año 980 en lugar de a 1980… y no puede traerlo de vuelta. Para rescatarlo, Karl contacta con Lena, una astrofísica que siempre viste camisetas de grupos. Con ella volverá a los mejores conciertos de su vida, y descubrirá que por mucho que cambie el pasado, y aunque lo ponga patas arriba, su futuro parece empeñado en acercarle a Lena. ¿Pueden todos tus yos pasados confabular para reunirte con tu alma gemela?

21 de junio de 2019

“EL VISITANTE” de Stephen King

Cubierta de la novela de Stephen King, suspense policiaca
“Ralph podía decirse a sí mismo que daños colaterales similares se producían después de toda atrocidad. ¿Acaso no lo había visto él mismo una y otra vez? Sí. Lo había visto. Sin embargo este caso, por alguna razón, resultaba muy personal. Casi como si esas personas hubiesen sido elegidas con ese fin.

¿Y qué podía decirse del propio Ralph? ¿No era él parte de los daños colaterales? ¿Y Jeannie? Incluso Derek, quien a su regreso de las colonias descubriría que muchas cosas que hasta ese momento daba por sentadas -el empleo de su padre, sin ir más lejos- ahora peligraban.”

Un niño de once años ha sido brutalmente violado y asesinado. Todas las pruebas apuntan a uno de los ciudadanos más queridos de Flint City: Terry Maitland, entrenador en la liga infantil, profesor de literatura, marido ejemplar y padre de dos niñas.

El detective Ralph Anderson ordena su detención. Maitland tiene una coartada firme que demuestra que estuvo en otra ciudad cuando se cometió el crimen, pero las pruebas de ADN encontradas en el lugar de los hechos confirman que es culpable. Ante la justicia y la opinión pública Terry Maitland es un asesino y el caso está resuelto.

Pero el detective Anderson no está satisfecho. Maitland parece un buen tipo, un ciudadano ejemplar, ¿acaso tiene dos caras? Y ¿cómo es posible que estuviera en dos sitios a la vez?
La respuesta, como no podría ser de otra forma saliendo de la pluma de Stephen King, te hará desear no haber preguntado.

12 de junio de 2019

“SÁBADO, DOMINGO” de Ray Loriga

Cubierta de la novela de Ray Loriga

“Ojalá pudiésemos cambiar, depurarnos, reorientarnos, redirigirnos. Ojalá pudiésemos empezar de cero a cada rato, enterrarlo todo en un agujero muy profundo, cubrirlo luego a golpe de pala y sentarnos encima de la tierra fresca y removida. También confieso que ayer bebí demasiado. Y no sólo ayer.

En cualquier caso, ojalá pudiésemos ser otros, y corregir nuestras acciones, o aquellas otras de las que fuimos o creímos ser víctimas.

Toda acción, por pequeña que sea, emprendida o sufrida, se ofrece ya —como Ícaro contra el sol, odiosa imagen— al territorio infinito del ridículo, al universo indomable de la eterna vergüenza.
Sábado, domingo” narra una historia y la vuelve a contar años después. En la primera, un adolescente relata un suceso escabroso del verano anterior. Junto con su amigo Chino, salen un sábado y ligan con una camarera. La noche parece ir bien, hasta que todo se tuerce y acaba en desastre: es un funesto sábado que nuestro narrador se niega a recordar. Pero después de cada sábado, viene un domingo.

Veinticinco años después, ese adolescente, que ahora es un hombre con muchas malas decisiones a cuestas, acompaña a su hija a la fiesta de Halloween en el Colegio Internacional de las afueras de Madrid. Allí comparte charla con una mujer desconocida que se oculta tras la máscara de un disfraz. La conversación, intrascendente en apariencia, pronto lo conduce a aquella noche. No hay más remedio que aceptar que finalmente es domingo, el día que nos obliga a enfrentarnos a nuestro pasado.