Silvia es la guapa, que no tonta, del grupo, Irene la empollona, la lectora voraz y ¿Laura?
Laura es la narradora de esta historia que empieza a la vuelta del verano. Silvia ha conocido a un director de cine en la playa, que le ha ofrecido un papel en una película. Si decide aceptar la oferta, deberá dejar los estudios por un tiempo, y vivir en París. ¡Tentador...! ¿No?
Sus dos íntimas amigas se debaten entre la alegría que sienten por su suerte y cierta envidia por no poder estar en su pellejo.
El día anterior a su partida, sellan su amistad con un pacto, una promesa: “Tenemos la suerte de habernos conocido y de estar juntas, para esto y para lo que venga. Aunque ahora nos toque separarnos. Con París y sin París, lo mismo si nos va bien como si no, siempre seremos amigas. Tenéis que prometérmelo, siempre amigas. Hasta la muerte. Y por lo menos, una vez al año, estemos donde estemos, vendremos aquí a brindar por nosotras”
Su marcha en pos de la fama, provocará cambios y hechos curiosos en la vida de Laura e Irene, que tendrán que acostumbrarse a estar sin ella, volcándose la una en la otra. Y por otra parte, Silvia tendrá que madurar a marchas forzadas, para intentar hacerse un hueco en un mundo lleno de hostilidades, de zancadillas.
Todo parece ir viento en popa para ella, hasta que un día, empieza a llover y llover, no para de llover. Y todo se tuerce...
La falta de noticias, la interrupción de la correspondencia desde París, de forma repentina, trae consigo un mal presagio.
¿Se habrá olvidado Silvia de ellas? ¿Conseguirá ésta hacer realidad sus sueños? ¿Perdurará en el tiempo esa unión tan especial, resistiendo los embates de la distancia?