"Es peligroso dejarse llevar por la melancolía. Lo sé muy bien. Tanto como por la ira. Por eso, hoy he decidido no hacerlo; porque una cosa es aceptar el tono vital con el que te levantas, y otra muy distinta propiciarlo o incluso alimentarlo. Si le das de comer, ya no es tu propio y genuino estado emocional el que rige tus actos, sino un estado adulterado con el producto de penas ajenas, engordado a base de miserias, enfermo de obesidad mórbida. Sí, es un trastorno morboso.
La melancolía es traicionera: siempre se presenta como algo cálido y ligero, tranquilo y reposado, e incluso llegamos a ver belleza en ese camino directo hacia el desasosiego. Una vez allí, es complicado desandar lo andado.
La melancolía es traicionera: siempre se presenta como algo cálido y ligero, tranquilo y reposado, e incluso llegamos a ver belleza en ese camino directo hacia el desasosiego. Una vez allí, es complicado desandar lo andado.