“REINA ROJA” de Juan Gómez Jurado

“En mi país —jadeó Alicia—, cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte…

—¡Un país bastante lento! —replicó la Reina

—. Aquí hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido.

*LEWIS CARROL, "Alicia en el país de las maravillas."

Antonia Scott es especial, muy especial. No es policía ni criminalista. Nunca ha empeñado un arma ni llevado una placa, y, sin embargo ha resuelto decenas de crímenes. Pero hace un tiempo que Antonia no sale de su ático de Lavapiés. Las cosas que ha perdido le importan mucho más que las que esperan ahí afuera. Tampoco recibe visitas.

Por eso no le gusta nada, nada, cuando escucha unos pasos desconocidos subiendo las escaleras hasta el último piso. Sea quien sea, Antonia está segura de  que viene a buscarla. Y eso le gusta aún menos.

Juan Gómez-Jurado es un escritor y periodista español, nacido en Madrid en 1977. Como periodista, ha pasado por las redacciones de Canal Plus, Cadena SER, diario ABC, TVE y La Voz de Galicia.

Colabora con las revistas Qué Leer, JotDown Magazine y New York Times Book Review y participa en programas de radio y televisión, como Julia en la Onda, de Onda Cero, donde tiene una sección diaria.

Sus novelas han sido traducidas a varios idiomas. Su primera obra fue “Espía de Dios”, a la que siguieron “Contrato con Dios”, “El emblema del traidor” y “La leyenda del ladrón”. También cuenta con un ensayo, “La masacre de Virginia Tech”. 



Juan Gómez-Jurado ha conseguido, entre otros, el VII Premio Internacional de Novela Ciudad de Torrevieja (2008).

¿De qué va la novela?

La novela empieza cuando al inspector Jon Gutiérrez, que está acusado de corrupción y suspendido de empleo y sueldo por haberse visto involucrado en un feo asunto, alguien le propone, a cambio de conseguir limpiar por completo su nombre y su ficha policial, ir a buscar a una tal Antonia Scott, una mente privilegiada (el ser más inteligente del planeta) que vive encerrada en su piso con depresión e intentar convencerla para que vuelva a dedicarse a lo que siempre se ha dedicado, a resolver casos difíciles.

Qué es lo que quiere? —Lo que quiero, inspector Gutiérrez, es que conozca a una vieja amiga. Y que la saque a bailar. Jon suelta una carcajada en la que no hay ni pizca de alegría. —Me temo que le han informado mal sobre mis aficiones, oiga. No creo que a su amiga le guste bailar conmigo. “Voy a proponerle un trato. Usted hace algo que yo quiero, y yo le saco de este… ¿cómo lo llamó su jefe? De este lío de cojones

A Jon, en principio la encomienda no le parece demasiado complicada, pero cuando conoce a Antonia, presiente que va a ser más difícil de lo que parecía. Ambos son los elegidos para investigar el brutal asesinato de un adolescente, el hijo de Laura Trueba, la presidenta del banco más grande de Europa.

Una planificación exhaustiva en el secuestro. Un crimen sin escrúpulos especialmente cruento. Quien ha hecho esto es extremadamente inteligente y sí, volverá a matar. Esto es sólo el principio.

Poco después, se produce el secuestro de Carla Ortiz, la hija de un empresario también multimillonario y empieza la cuenta atrás para intentar salvarla. Puede que se trate de un asesino en serie. Puede . . .

¿Estamos ante un asesino en serie? —pregunta la doctora Aguado. —No —responde Antonia—. Es algo distinto. Una clase de animal diferente. Algo que nunca había visto.

Una investigación sin los típicos protocolos y normas policiales, pocas pistas (ni huellas, ni pelos, ni fibras), sin unidades de apoyo, una escena del crimen extraña y ellos dos solos formando parte del proyecto “Reina Roja” (nombre que alude al personaje del libro de Lewis Carrol “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”). Un proyecto secreto que muy pocos policías no conocen y que funciona encubierto, por debajo de los límites legales.

El proyecto comenzó como un experimento. Una división central y una unidad especial en cada país de la Unión Europea. Con objetivos muy especiales. Objetivos que había que mantener ocultos a la opinión pública. La Reina aparece en la escena del crimen, mira y se marcha. Nuestra unidad nunca se encarga en exclusiva del asunto, sea cual sea. Se limita a trabajar en los márgenes, mirando por encima del hombro de los policías de verdad. Nuestra unidad no tiene ataduras. Ni jerarquías. Ni rivalidades internas. Ni burocracia.

¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?

De Gómez Jurado leí hace no mucho “Cicatriz”, podéis ver la reseña aquí. Y me gustó bastante, a diferencia de esta, que ya os adelanto me ha defraudado un poco.

Ambas tienen en común un comienzo potente, prometedor, pero según avanzamos en la lectura, mi opinión sobre ambas se separa, diverge en sentidos opuestos. La de “Cicatriz” se eleva y me convence, pero la de Reina roja cae, decae poco a poco en picado hacia el final.

El caso es que la novela no está del todo mal. La empecé con ganas, todo el mundo me la había recomendado. Pero hubo un momento (como a la mitad del libro) a partir del cual la lectura empezó a resultarme pesada, carente de interés (solo quería saber si iban a encontrar a Carla Ortiz a tiempo y viva), aburrida. Sé que con esta opinión voy a ir un poco a contracorriente, ya que casi todas las reseñas que he leído hasta ahora son buenas y en la biblioteca donde trabajo, los usuarios también me han hablado maravillas de ella, pero es lo que hay, me suele pasar...

Resumiendo: “Reina roja” es un thriller que en general me ha decepcionado, con unos personajes principales (Antonia y el inspector Jon) que resultan interesantes, escrito con un cierto toque de humor o ironía (algo que me ha gustado) y un asesino cuya motivación para secuestrar y matar no es únicamente el dinero, sino que va más allá.

En cuanto a la puntuación esta vez estoy dudando, porque si en mi baremo tuviera 1,5 Deweys, esa sería la opción, pero como tengo que elegir entre darle uno o dos, creo que le voy a dar dos, porque al fin y al cabo, como ya he dicho, no está tan mal...