"Soy mujer y escribo. Soy plebeya y se leer. Nací sierva y soy libre. Me recuerdo arando el campo con mi padre y mi hermano, hace tanto tiempo que parece otra vida".
Así comienza este libro que nos cuenta una maravillosa historia, mitad real, mitad fantástica, ambientada en el sur de Francia, siglo XII, tiempos de guerras, de luchas religiosas y de la Gran Cruzada contra los cátaros, herejes víctimas de la despiadada Inquisición.
La propia protagonista, Leola, narra su historia en primera persona, desde que su vida se ve truncada por la guerra librada entre el rey de Francia y el rey de Aragón. Tiene 15 años y está a punto de casarse con Jacques, su Jacques, su gran amor desde que tiene uso de razón, cuando se lo llevan a la fuerza al campo de batalla, junto a su padre y a su hermano Antoine.
Para salir adelante y pasar desapercibida, decide ponerse la armadura de un guerrero muerto y hacerse pasar por hombre, comenzando así su andadura en solitario, sin rumbo ni destino predeterminado.
Tras algún que otro percance del que sale bien parada, libera a una mujer colgada de un árbol, boca abajo, que grita auxilio. Es Nyneve, una supuesta bruja y hechicera, que se convierte a partir de entonces en su mejor amiga, su escudera y compañera de aventuras y desventuras, hasta el final de sus días
El Maestro Roland, amante secreto de Nyneve, le enseña el arte de guerrear y Guy, su hijo, un gigantón enigmático, vestido todo de hierro, siempre les observa desde la lejanía.
Un día, Guy les abandona en pos de un grupo de peregrinos que se dirigen a tierra santa para salvar sus almas y Roland va tras él.
Juntas siguen su errante camino hasta que conocen a Dhuoda, la Dama Blanca, con un pasado trágico y que las cobija en su castillo, colmándolas de toda clase de riquezas y caprichos.
Leola sigue haciéndose pasar por hombre y Dhuoda se enamora de él, o mejor dicho de ella, porque en uno de los últimos capítulos, le confiesa que ya desde el principio, adivinó su condición femenina. Le enseña a leer, a escribir y las introduce en la corte de Leonor de Aquitania, viviendo una etapa tranquila y feliz.
Al cabo del tiempo, deciden abandonarla, pesar de sus vanos intentos por disuadirlas, cuando constatan su enorme crueldad y falta de compasión. Pero antes, Leola es nombrada caballero "Señor de Zarco".
A partir de entonces, Leola se convierte en "Mercader de sangre", un grupo de guerreros despreciados por toda la Cristiandad y conoce de nuevo el amor, con Gastón, un atractivo alquimista, pero es engañada y traicionada por él, delatándola a la inquisición, cuando ella intenta ayudar a una mujer cátara. Son apresadas y conducidas de nuevo al castillo de Dhuoda, gran aliada del Santo Padre y del régimen inquisitorial.
Ésta, aunque siente renacer su amor por Leola, las sentencia a ser quemadas en la hoguera al día siguiente, pero consiguen escapar.
Huyendo de sus perseguidores, llegan a la abadía de Fausse-Fontevrault habitado por hombres y mujeres, que cuenta con una magnífica biblioteca. Aquí es donde nuestra protagonista decide comenzar a escribir una enciclopedia escrita en lenguaje popular.
Muy pronto deben continuar su andadura y se establecen en una ciudad llamada Samatan, donde encuentra a su verdadera familia: Alina, una mendiga ciega, con una venda en los ojos y que al final no era ciega, León el nuevo amor de Leola, un gigante que sufre el “Gran Mal” (ataques epilépticos) y que la salva de una emboscada propiciada por La Dama Blanca y Filippo, un eunuco sordo con todo el cuerpo tatuado al que encuentran con un collar al cuello y al que consiguen liberar. Y a ellos sí que les confiesa que es una mujer, volviendo a recuperar su verdadera identidad.
Y mientras la guerra va mal, muy mal, el Papa ha creado el Santo Tribunal de la Inquisición y los inquisidores saquean las ciudades, quemando a los supuestos herejes.