“Soy capaz de respirar debajo del agua todo el tiempo que quiera, de hecho creo que sería capaz de vivir bajo el agua si me apeteciera.
Bueno, también tengo otros poderes, puedo oír cualquier conversación desde muy lejos, puedo ver perfectamente en la oscuridad; soy capaz de ir mucho más rápido que el resto de las personas.
Pero a pesar de todos esos poderes los monstruos seguían allí, se iban pero volvían de nuevo, así que decidí buscar un nuevo poder, uno tan grande que no pudieran hacerme nada. Y finalmente lo encontré.
Todavía no le ha contado a nadie que le ha ocurrido exactamente y tampoco todo lo que sufrió antes del accidente. Por eso, los padres deciden que una psicóloga le visite cada día para intentar averiguarlo.
Creo que lo mejor que puedo hacer es simular que soy alguien normal, muy normal. Porque a veces decir la verdad no es la mejor opción. Sobre todo si esa verdad es tan increíble que puede parecer mentira. Así que voy a mentir, bueno, no voy a mentir, pero no voy a contarle nada de lo que me ha pasado.Ella le va tirando de la lengua y él niño va soltando y va soltando. Poco a poco la psicóloga se va enterando del horror, con horror de cuándo empezó a ser acosado por el chico de los nueve dedos y medio, porque la envidia es muy mala y el acosador, a pesar de ser el más mayor de la clase, el más alto, guapo y rico, en realidad lo único que desea es ser como el empollón exinvisible. También le cuenta que casi todos los compañeros le reían las gracias cuando le tiraba cosas a la espalda, le empujaba, se burlaba de él delante de todos, le cogía el bocadillo y se lo pisoteaba.
Cada día sabe que, al llegar al instituto, comenzarán los insultos, los empujones, las risas… actos que casi siempre ocurrirán con gente delante. Sabe también que, en cuanto se siente en clase, empezarán a tirarle objetos a la espalda. Hace tiempo que ya ni siquiera intenta esquivarlos, pues tiene la espalda tan llena de costras que apenas siente nada.Los que no se las reían, se convirtieron también en monstruos porque no le seguían el juego pero tampoco hacían nada por ayudarle, por defenderle, miraban hacia otro lado por miedo a represalias, a que el matón de turno cambiara de objetivo.
Es curioso y triste que haya tantos monstruos en esta sociedad, los que hacen y los que miran, los que ríen y los que graban el vídeo…Y como a fuerza de practicar y practicar consigue desarrollar sus superpoderes parecidos a los de los superhéroes de los cómics que lee, incluso llegó a hacerse invisible a los ojos de todos, o más bien de casi todos, ya que a veces sus poderes no le funcionaban y él no entendía qué podía estar fallando.
¿Cómo te hiciste invisible? —Bueno, fue por casualidad, un día en el que había monstruos por todas partes, comencé a desear poder desaparecer de allí, me concentré, me acurruqué… y de pronto, cuando abrí los ojos me di cuenta de que los monstruos habían dejado de verme. Miraban a todos lados menos a donde yo estaba. Los tenía delante de mí, pero no me veían… Y se fueron sin saber que yo seguía allí. A partir de aquel día me he dedicado a mejorar mi técnica para poder desaparecer siempre que quiera.Excepto la profesora de literatura que sí se da cuenta de todo e intenta de alguna forma ayudarle, ninguno de los mayores parecía enterarse de nada, ni sus padres, ni los padres de sus amigos, ni los profesores, ni la directora del instituto que, aún siendo advertida de que algo puede estar pasando, se tapa los ojos, porque tan solo le importa el prestigio del centro.
Bueno —contesta aliviada la directora—, quizá no hay que darle más importancia, quizá solo son cosas de críos…, seguro que solo son tonterías.
¿Conseguirá la maestra protegerle de los monstruos? ¿Qué le ocurrió realmente al chico exinvisible, porqué está en el hospital?