La única manera que tienen de distinguir el día de la noche es por la pequeña mancha de sol que se cuela por el techo y que se desliza cada jornada por el suelo del salón. Y para tener constancia del paso del tiempo, tachan cuadrados en el calendario.
El hermano pequeño ya nació en ese oscuro encierro y nunca ha salido al exterior.
Cree que su vida trascurre en el mejor lugar del mundo, el único que conoce, porque es lo que le han hecho creer los mayores.
A los diez años se convierte en el narrador de esta historia, de su historia.
Nos hablará de su familia, marcados todos por las deformantes huellas del fuego: la hermana mayor con el rostro sin nariz, obligada a taparse la cara con una máscara blanca, el hermano "rarito" con una forma de ser un tanto extraña, su madre querida, con la piel de la cara rasposa que emite silbidos por la nariz quemada, la abuela ciega que huele a polvos de talco y el típico padre severo, autoritario y disciplinado, del que irá descubriendo cosas horribles, espeluznantes.
En un bote de cristal esconde su tesoro más preciado: sus luciérnagas que despiden una luz verde tan brillante como sus propios sueños. Han entrado por los barrotes de la única ventana que hay al final del pasillo, a la que él se encarama cada noche para respirar ese aire que huele tan diferente…
Hasta ahora, siempre ha querido estar allí, nunca ha ansiado una vida distinta, en el exterior. Pero todo cambia cuando descubre, que la puerta que siempre había creído abierta, siempre ha estado cerrada "Por primera vez me sentí perdido en esa oscuridad que siempre había sido mi mundo. Ajeno a ella. Extraño en el sótano". Y no es el único engaño, la única mentira, hay más. "¿Los ves? —preguntó papá—. Ellos, tú y yo, somos todo lo que necesitamos. Arriba no hay nada que merezca la pena"
Nadie le explica que fue lo que desencadenó el "voluntario encierro obligado" al que están sometidos, que fue lo que pasó. Porqué están todos quemados excepto él.
Todas las necesidades prioritarias las tienen cubiertas. Cada cierto tiempo, "el hombre grillo" les proporciona comida, medicinas, películas, libros...
Él quiere mucho a su madre y a su abuela, pero el deseo de conocer el lugar del que vienen sus luciérnagas, va adquiriendo fuerza en su mente influenciable, todavía infantil.
Su hermana le embauca, le convence de que es posible salir de esa cárcel, huir, enseñarle al mundo su escondrijo, y ella sabe como hacerlo. "Me imaginé asomando la cabeza a lo que hubiera fuera del sótano, haciéndome visible para el resto del mundo. emergiendo de las profundidades con mi lámpara de luciérnagas en lo alto".
¿Se decidirá por fin a salir con sus luciérnagas al mundo exterior, sentir en su rostro la tibieza de la luz del sol y contemplar las estrellas?