“Papá detuvo el vehículo frente a la casa. Era la única vivienda levantada hasta donde alcanzaba la vista.
Durante el crepúsculo, cuando la fachada adquiría la misma tonalidad morada que el resto del terreno, parecía camuflarse y desaparecer entre los cactus. Como si no existiera.
Papá bajó de la camioneta y la cerró con un portazo. Las niñas trotaron hacia él. Lo abrazaron por la cintura, en una pierna cada una.”
Durante el crepúsculo, cuando la fachada adquiría la misma tonalidad morada que el resto del terreno, parecía camuflarse y desaparecer entre los cactus. Como si no existiera.
Papá bajó de la camioneta y la cerró con un portazo. Las niñas trotaron hacia él. Lo abrazaron por la cintura, en una pierna cada una.”
O a lo mejor lo increíble es que los humanos nos apelotonemos en ciudades. Que vivamos puerta con puerta, sin espacio. Que todo el mundo se meta en los asuntos de todo el mundo cuando tenemos este espacio libre a nuestra disposición para vivir más libres y tranquilos. Sin dar explicaciones a nadie de nada. Hace mucho, antes incluso de tener a las niñas, mi marido y yo nos cansamos de la vida acelerada y decidimos dar a las niñas una vida mejor. Una vida más real. Más tierra y menos asfalto.
Todas ellas tienen nombres de flor: Iris la mayor (16 años), Melissa, y las gemelas Dahlia y Daisy, sin olvidarnos de Edelweiss que ahora está muerta y enterrada en el desierto.
No están acostumbrados a recibir visitas, tan solo la maestra que les da clases va por allí una vez a la semana. Por eso, la llegada inesperada de Rick, un apuesto excursionista que parece buscar únicamente refugio y cobijo, produce un gran revuelo entre las chicas.
Como si la visita de un desconocido fuera un suceso normal y no algo que ocurría por segunda vez desde que Melissa recordaba. Y en aquella otra ocasión sólo mamá y papá atendieron al sacerdote que ofició en español una misa por Edelweiss.
En contra de sus deseos, Elmer y Rose, no pueden evitar que el muchacho se quede a pasar la noche y pronto descubrirán que no es quien dice ser, y que su estancia allí quizás no sea un hecho fortuito, una mera casualidad y deciden desenmascararlo, sin sospechar que tal vez el destino les termine desenmascarándoles a ellos, sacando a la luz secretos inconfesables del pasado, verdades, mentiras, injusticias cometidas. Y se preguntarán...
¿De verdad todo vale al pretender evitar la destrucción de tu idílica familia?