Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


29 de agosto de 2015

Reseñas 2x1: "LA TRILOGÍA DEL BAZTÁN" de Dolores Redondo

La trilogía del Baztán son una serie de tres novelas protagonizadas por la inspectora de homicidios de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar. Amaia regresa a Elizondo, para investigar varios casos de asesinatos y enfrentarse de una vez por todas a los fantasmas de su infancia.



"El asesino era capaz de reproducir una y otra vez el mismo crimen en diferentes víctimas. No era espontáneo, no cometía errores chapuceros de oportunista eligiendo víctimas al azar o según las brindaba la oportunidad.

Matarlas sólo era un paso más de los muchos que debía dar para completar su puesta en escena, su plan maestro, su fantasía psicosexual, que se veía arrastrado a repetir una y otra vez sin que su sed se calmara jamás, sin que sus expectativas se colmaran.

Debía personalizar a sus víctimas para hacerlas formar parte de su mundo, para vincularse con ellas y así hacerlas suyas mucho más allá de la mera posesión sexual"
En este primer libro de la saga, Amaia investiga el llamado “caso del Basajaún” (ser místico de la mitología vasco-navarra protector del bosque y preservador de la pureza. Un homínido de unos dos metros y medio de alto, con anchas espaldas, larga melena y pelo por todo el cuerpo al que se le atribuyen cualidades mágicas).

Varias niñas han aparecido estranguladas con un cordel y abandonadas a lo largo de los márgenes del río Baztán. Todas ellas sometidas a un curioso ritual de purificación, con  el vello púbico rasurado, las manos dispuestas en actitud virginal vueltas hacia arriba, y  un txatxingorri (pastelito dulce típico de la zona) sobre la pelvis.

Amaia sentía en aquel bosque presencias tan palpables que resultaba fácil aceptar una cultura druida, un poder del árbol por encima del hombre, y evocar el tiempo en que en aquellos lugares y en todo el valle la comunión entre seres mágicos y humanos fue religión





"Un buen detective de homicidios no tiene una mente simple, y sus procesos mentales no pueden serlo. Pasas horas intentando comprender la mente de un asesino, cómo piensa, qué desea, cómo siente. Después vas al depósito y esperas frente a su obra, aguardando a que el cadáver te cuente por qué, porque sabes que en el momento en que sepas cuál es su motivación tendrás una oportunidad de atraparle.

Pero la mayoría de las veces el cadáver no es suficiente, porque un cadáver es sólo un envoltorio roto y quizá durante demasiado tiempo las investigaciones criminalísticas se han centrado más en intentar descifrar la mente criminal que en la propia víctima.

Durante años, se ha considerado al asesinado poco menos que el producto final de una obra siniestra, pero la victimología se abre paso demostrando que la elección de la víctima nunca es casual”
Han pasado nueve meses y una Amaia embarazada y feliz tiene que hacer frente esta vez al “caso del Tarttalo” (ser mitológico navarro que representa a un cíclope caníbal).

Varios autores confesos de crímenes machistas ya cerrados y archivados, se han suicidado y dejado una nota dirigida a la propia inspectora, con una única palabra: “Tarttalo”. Además, todas las víctimas han sufrido misteriosas amputaciones de miembros después de ser asesinadas.

Al mismo tiempo, a Amaia le asignan también la investigación de las profanaciones de unas iglesias en las que aparecen los huesos de unos cuantos bebés.

A partir de ahí, varios sucesos terribles van saliendo a la luz, sucesos que además están íntimamente ligados a ella.

No es una novedad que existen personas malvadas; no locos, ni trastornados, sólo personas crueles, despiadadas, que disfrutan causando dolor a sus semejantes. El mal influye en estas personas y su comportamiento, y sus enfermedades mentales no son tan sólo enfermedades como en los demás, sino el caldo de cultivo perfecto para el mal. En estos individuos es el mal lo que causa la enfermedad mental y no al revés.



"No hace falta que lo hayas vivido antes para reconocerlo, no es necesario. Hay un instante, un hecho, un gesto, una llamada, una palabra que lo cambia todo.

Y cuando ocurre, cuando llega, cuando es pronunciada, rompe el timón con el que habías creído gobernar tu vida y arrasa los ilusos planes que habías ideado para el mañana mostrándote la realidad.

Que todo lo que parecía firme no lo era, que todas las preocupaciones de la existencia son absurdas, porque lo único absoluto y total es el caos que te obliga a doblegarte sumiso y humillado bajo el poder de la muerte”.
El punto final de la trilogía del Baztán:  “el caso del Inguma” (un demonio que inmoviliza a los durmientes, se bebe su aliento y les arrebata la vida durante el sueño).

En esta ocasión, la muerte súbita (también conocida como “muerte de cuna”) de una niña en Elizondo y el intento por parte del padre de llevarse el cadáver, les resulta sospechosa al equipo de homicidios de Amaia Salazar.

Las investigaciones irán evidenciando un rastro a lo largo de todo el río de muertes en similares circunstancias, algunas cercanas y otras muy lejanas en el tiempo.

¿Cuál será el auténtico origen de los sucesos acaecidos en el valle de Baztán?

21 de junio de 2015

"A CIEGAS" de Josh Malerman



"Hubo momentos, tardes tranquilas, noches tempestuosas, en que Malorie les habló de que llegaría ese día. Sí, había mencionado anteriormente el río. Les había hablado de un viaje.

Tuvo cuidado de no decir nunca que esa sería su «huida» porque no podía soportar que pensaran que sus vidas cotidianas fuesen algo de lo que hubiese que huir.

En lugar de ello, les advirtió que una mañana, en el futuro, los despertaría con prisas y les ordenaría prepararse con el fin de abandonar para siempre la casa. Reparó en que podían detectar su duda, igual que eran capaces de oír cómo se deslizaba una araña por el cristal de una ventana cubierta por cortinas”
Hace cuatro años, el mundo se volvió loco. Al principio las noticias eran confusas, la gente se moría, no habían respuestas.

Después, lo único evidente y verídico eran las víctimas, cada vez más y más numerosas. Víctimas que veían algo, cosas que les empujaba a hacer daño a los demás, para luego herirse a ellos mismos. La única solución eficaz conocida para salvarse, para subsistir, era no ver, no mirar.
 NO ABRAS LOS OJOS. Hay algo ahí fuera. Algo espantoso, que hace que la gente enloquezca y se suicide ante su sola visión. Nadie sabe qué es ni de dónde viene.
Sóla, embarazada, y con su hermana y padres muertos, Malori no tuvo más remedio que arriesgarse a conducir a ciegas: en un anuncio en el periódico, una casa de Riverbridge abre sus puertas a los extraños. Una “casa segura”, dice el anuncio. Un refugio. Un lugar que los propietarios esperan que sirva como santuario ante el creciente número de malas noticias que aumenta a diario.
En su mente, las criaturas se desplazan por campos abiertos sin horizontes. Se acercan a las ventanas de los antiguos hogares y miran con curiosidad a través del cristal. Observan. Examinan. Vigilan. Hacen la única cosa que Malorie no tiene permitido hacer. Mirar...
Y ahora, después de casi cinco años viviendo allí, sabe que ha llegado el momento. Sus dos hijos son muy hábiles detectando e identificando todo tipo de sonidos, los ha adiestrado bien y no pueden quedarse más tiempo encerrados. Deben salir en busca de un futuro, para los tres y para ello tendrán que navegar río abajo a través del apocalíptico paraje en el que se ha transformado todo el entorno.
¿Cuán lejos alcanza a oír una persona? Malorie necesita que los niños oigan entre los árboles, entre el viento, en la orilla fangosa que conduce a un mundo entero lleno de seres vivos. Los niños tienen que escuchar.

¿Será capaz de conducirlos a ciegas, remar a ciegas hacia una vida mejor?

14 de junio de 2015

"PARANOIA" de Franck Thilliez


"Desengancharse del juego era peor que dejar de fumar.

Paranoia era una mezcla adictiva de virtualidad y realidad. Salvo que Paranoia no tenía concepto ni objetivo.

Existía sin existir realmente, vehiculado por rumores, y nadie conocía las reglas ni su fin último. Quizá nadie hubiera jugado a Él ni un solo día.

¿Cómo entrar en Él? ¿Cómo salir? No había respuesta. La única promesa: un día, cuando llegara el momento, el juego estaría ahí y habría un premio de trescientos mil euros para quien osara enfrentarse a sus miedos más íntimos"
Ilan y Chloé son adictos a los juegos de realidad alternativa, unos juegos que surgen en el ciberespacio, pero que utilizan el mundo real como soporte. Su esencia principal radica en ir buscando información para conformar las piezas del puzzle de una historia que se irá viendo afectada por la participación y el camino que vayan tomando los propios concursantes y los acontecimientos.

Algo así es “Paranoia”, un juego perseguido obsesivamente por Ilan y Chloé durante más de un año, antes de que ella se largara sin más después de fallecer los padres de él, una mañana, sin explicación alguna. Fueron muchos meses encerrados todos los fines de semana delante de las pantallas de sus ordenadores hasta casi volverse locos, totalmente empeñados en descubrir si había algo más alla de esa leyenda urbana que circulaba por internet.

Y ahora, después de un año sin verse, ni saber nada el uno del otro, Chloé regresa con más pistas y las claves para poder entrar en el juego y, aunque Ilan ya está desenganchado y completamente rehabilitado, no podrá resistirse a las ganas de volver a vivir ese tipo de experiencias junto a su ex, pero sobre todo al jugoso premio de recompensa (trescientos mil euros) que Paranoia ofrece al vencedor.
Lo he conseguido, por fin he encontrado la entrada del juego. He encontrado la entrada de Paranoia. El juego existe, es real. Y está en Francia
Nueve concursantes encerrados en un antiguo y conocido hospital psiquiátrico aislado en plena montaña y una auténtica pesadilla por delante…

«Paranoia, el juego de las posibilidades ilimitadas. Por trescientos mil euros, ¿te atreverías a enfrentarte a tus miedos más íntimos?» 

¿Conseguirá alguno de ellos llegar hasta el final?  ¿Podrán discernir entre el mundo real y ficticio sin llegar a caer en las redes de "Paranoia"?

23 de mayo de 2015

“NI DE EVA NI DE ADÁN” y “NOSTALGIA FELIZ” de Amélie Nothomb



“El concepto de libertad es un tema tan manido que las primeras palabras me hacen bostezar. La experiencia física de la libertad es otra cosa.

Uno debería tener siempre algo de lo que huir, para cultivar esa maravillosa posibilidad. De hecho, siempre hay algo de lo que huir. Aunque sólo sea de uno mismo.

La buena noticia es que se puede huir de uno mismo. La parte de uno de la que huimos es la pequeña cárcel que el estado sedentario instala en cualquier parte. Uno prepara el petate y si te he visto, no me acuerdo: el yo se siente tan sorprendido que se olvida de dárselas de carcelero. Uno puede librarse de sí mismo igual que puede librarse de sus perseguidores”.

 Hasta entonces, la única forma de vida en pareja que había conocido había sido con mi hermana. Pero ella era mi doble hasta tal punto que no podía considerarse vida de pareja, más bien la existencia, exenta de búsqueda, de un ser perfecto"
1989: Amélie regresa al país del Sol Naciente. Dieciséis años ya sin su Japón, su amado y añorado Japón.
El fin de semana, conseguí salir de Tokio por primera vez. Un tren me llevó hasta la pequeña ciudad de Kamadura, a una hora de la capital. El redescubrimiento de un Japón antiguo y silencioso hizo que se me saltaran las lágrimas. Bajo aquel cielo inmensamente azul, los pesados tejados de teja en forma de arco y el aire inmovilizado por el hielo parecían decirme que me habían estado esperando, que me habían echado de menos, que, con mi regreso, volvía a restaurarse el orden del mundo y que mi reinado duraría diez mil años.
Durante su estancia, se propone perfeccionar su defectuoso japonés a cambio de impartir clases de francés. En un bar conoce a Rimri,
ávido lector de Stendhal que sueña con entrar en la orden del temple.
Poco a poco maestra y alumno intiman y viven su particular historia de amor, compartiendo entre otras cosas, unas cuantas peripecias tan típicamente japonesas, como pueden ser la subida al monte Fuji, o el ataque de los voraces mosquitos tokiotas en septiembre.
La tradición afirma que todo japonés debe subir al monte Fuji por lo menos una vez en su vida, so pena de no merecer tan prestigiosa nacionalidad. Yo, que deseaba ardientemente convertirme en nipona, veía en aquel ascenso una genial astucia identitaria

Recibía la enorme carga de amor de aquella masa zumbadora con una resignación que, una vez superado el suplicio, se transformaba en indulgencia. La sangre me cosquilleaba de placer: en el fondo, hay un lado voluptuoso en lo que nos martiriza, porque en el fondo uno podía llegar a resignarse con entusiasmo 

Que tal le irá a esta parejita tan peculiar? ¿Se quedará a vivir Amélie para siempre en Japón con su querido Rimri, o regresará a Bélgica?