Tiene diecinueve años, y comparte choza, cafés y confidencias con Doorman, su querido, viejo y maloliente perro (sí, no habéis escuchado mal, por lo del café, claro).
Su vida transcurre apaciblemente entre el trabajo y las timbas nocturnas de póquer con sus mejores amigos Marv, Richie y su amor platónico, Audrey.
Curiosamente los cuatro son testigos del intento de atraco a la sucursal bancaria de su pueblo. Y digo intento porque Ed, sin saber de donde ha sacado el valor, consigue detener al inexperto y torpe atracador, lo que le convertirá en héroe, de la noche a la mañana.
Entonces recibe el primero de una sucesión de naipes, el as de diamantes, con tres direcciones escritas a mano: la de una mujer maltratada por su marido, la de una anciana solitaria de ochenta y dos años, ávida de compañía y la de una chica extremadamente tímida, que sale a correr descalza a las cinco de la mañana.
Y después el de tréboles, el de picas y el as de corazones, este último conteniendo tres retos que le llegarán al corazón…
La carta concluyente va dirigida a Ed: el comodín. Todo parece indicar que ha sido elegido para una misión, la de ayudar a personas con necesidades o penurias, arreglarle la vida a la gente.
¿Quien puede estar detrás de las misivas? ¿Que sentido y objetivo tienen? ¿Conseguirá Ed llevarlas a buen término, finalizarlas? ¿Cambiar en algo su mediocre existencia?