Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


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29 de junio de 2017

“LA MUJER DE LA LIBRETA ROJA” de Antoine Laurain, ¿destino o casusalidad?


“Laurent continuaba sentado en el suelo, rodeado de objetos, sumido en la lectura de la libreta Moleskine roja que contenía los pensamientos de la desconocida a lo largo de decenas de páginas, a veces tachados, subrayados o en mayúsculas.

La caligrafía era elegante y ligera. Debía de haberlos escrito por capricho, seguramente en terrazas de cafés o durante trayectos en metro.

Laurent estaba fascinado por aquellas reflexiones que se sucedían, aleatorias, conmovedoras, alocadas y sensuales”
Laure es víctima de un atraco una noche cuando regresaba a casa. Un desconocido le arrebata su bolso malva y al resistirse, ella se golpea en la cabeza.
El bolso ya no estaba allí. Estaba lejos, en las calles, arrebatado, volando en brazos de aquel hombre que había huido corriendo, que lo abriría y encontraría sus llaves, su documentación y sus recuerdos. Toda su vida. Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas ardientes. El miedo, la desesperación y la ira se entremezclaban con el temblor de las manos. 
Despierta del coma unos días después, sin sospechar que un desconocido lo ha encontrado, ha hurgado en sus retazos de vida y ha intentado por todos los medios dar con ella.
Un hombre no hurga en el bolso de una mujer; hasta las tribus más primitivas debían de obedecer esa regla ancestral. Seguro que los maridos en taparrabos no estaban autorizados a buscar una flecha envenenada o una raíz que mordisquear en el bolso de piel curtida de sus esposas. Laurent nunca había abierto el bolso de una mujer y nunca habría imaginado que pudiera tener tantos recovecos. Era más complicado que diseccionar un pulpo. 
Y es que desde que Laurent Letellier, librero de Le Cahier Rouge, se ha erigido como el guardián temporal de ese bolso abandonado encontrado en la calle, su única ilusión y propósito ha sido buscar a su dueña. A la dueña de todos los efectos personales que hay dentro, pero sobre todo de la libreta roja, escrita con sus gustos, deseos y miedos.
Había abierto una puerta que conducía al espíritu de la mujer del bolso malva, y aunque no era del todo apropiado leer las páginas de la libreta, no podía soltarla. Se acordó de una cita de Sacha Guitry: "Mirar a alguien que duerme es como leer una carta dirigida a otro"
 Ningún documento que la pueda identificar, tan sólo sus pertenencias.
¿Cómo sería aquella Laure a quien le gustaba comer en un jardín, le daban miedo las hormigas rojas, soñaba que hacía el amor con su animal de compañía transformado en hombre, llevaba un pintalabios de color coral y tenía un libro dedicado por Modiano? Laurent se encontraba ante una mujer rompecabezas.

¿Conseguirá Laurent encontrarla y devolverle el bolso malva con sus cosas?